Estamos comenzando el mes de Kislev y con ello un periodo de enorme alegría y milagros, ya que el 25 de este mes, conmemoramos la festividad de Jánuka, también conocida como la fiesta de las luces. Y qué mejor que traer más luz a nuestra vida, más claridad a nuestros pensamientos, más brillo a nuestra alma para poder tomar la fuerza necesaria para cumplir con nuestra misión. Las mujeres somos grandes vasijas con el poder de recepcionar una enorme cantidad de Luz, pero ¿cómo podemos preparar esta vasija para absorber los milagros que están destinados a nosotras?

Un cuento nos va a ayudar en esta tarea:

Dos hombres que estaban destinados a morir iban caminando por un sendero. Desde el Cielo ya habían enviado al Ángel de la Muerte a que se los llevara a los dos. Pero entonces se les cruzó en el camino un anciano y uno de los dos hombres le dio unas cuantas monedas. De inmediato hizo su aparición el Ángel de la Muerte, que le dijo al hombre que había dado caridad que su acto de benevolencia le había salvado la vida. Y a la segunda persona le dijo que había venido a quitarle el alma. El segundo hombre le suplicó que esperara un momento a que él también le diera unas monedas al anciano. Pero el Ángel de la Muerte le respondió que se había acordado demasiado tarde, y que había desperdiciado la oportunidad. Dijo el judío: “Entonces dame solamente dos minutos para darle las gracias a Dios, porque yo estoy acostumbrado a darle las gracias a diario”.

El Ángel de la Muerte se paró a un costado y el segundo hombre dijo lo siguiente: “Te agradezco, Amo del Universo, por la vida que me has dado. Gracias por todo lo que hiciste por mí en la vida. Gracias por querer llevarte mi alma, porque ahora voy a estar cerca de Ti”. Así, de esta misma manera, le siguió dando las gracias a Dios durante dos minutos. Entonces se le acercó el Ángel de la Muerte y le dijo: “No sólo que ahora ya no te puedo quitar el alma sino que incluso se te asignaron más años de vida, muchos más además de los años que ya se te habían asignado al momento de nacer”.

De esta historia podemos sacar dos conclusiones: La Tzedaká te salva de la muerte, practicar los actos de jesed, la bondad, la generosidad, abrir nuestra mano con quienes nos necesitan, es una gran práctica espiritual que traerá flujos de energía milagrosa a nuestra vasija. Lo segundo que aprendemos de esta historia es que la apreciación y el agradecimiento por cada cosa que tenemos y no tenemos en nuestra vida son aun más grandes que los actos de bondad.

Si queremos tener un mes lleno de bendiciones, comencemos por agradecer cada día a nuestro Creador por otorgarnos el milagro de la vida y con ello un sinfín de oportunidades que se despliegan a nuestro alrededor.

Jodesh Tov

 

por: Maestra Claudia Vásquez

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