El lado oscuro de la Perfección – Parte 2

Hace un  par de meses tratamos la importancia de abrazar las propias debilidades y tratar de vernos a nosotros mismos con un poco más de compasión, a la manera en que Dios nos ve y nos ama. En esta misma línea, vale la pena profundizar en la idea de felicidad que tenemos. Llama la atención cuán contentos declaran estar muchos con la pandemia que estamos viviendo: “He aprendido a hornear pan, he podido estar con mi familia, me he abierto a otras posibilidades…”, etc, etc.

Si bien todo parece ser cierto, y es positivo, parece que algunos exageran al declarar “lo bueno que ha sido todo esto, quiero darle las gracias a esta pandemia”.  Este exceso de contento con la circunstancia actual merece la duda de si no habrán muchos engañándose a si mismos.

Es claro que todo desafío tiene el rol de hacernos crecer y aprender las lecciones que nos dejen en mejor posición de lo que estábamos. Pero ello es distinto a mentir(se) y enmascarar una realidad que objetivamente tiene aspectos ingratos.

Y es que los medios de comunicación, las redes sociales y el entorno hipercompetitivo en que muchos viven, no facilita la tarea de reconocer que lo estamos pasando mal. Se repiten respuestas como “Bueeeeno, pero vele el lado positivo, puedes trabajar en la casa, puedes ver más a tus hijos, has tenido tiempo de leer,…” y una larga lista de réplicas al que se queja de cansancio o de querer que todo termine.

Es que parece que estamos obligados a ser felices. Conversando con mi amiga y maestra Ximena Solar, llamaba al fenómeno “la tiranía de la felicidad”. Y no es que sea malo ser feliz. Lo malo es sentirse obligado a serlo, a costa de ocultar el dolor.

Y éste es el punto importante: La felicidad no se consigue ocultando el dolor, sino sanándolo. Y para sanarlo, primero hay que reconocerlo. El no mirar el reloj no va a detener el tiempo; el no revisar el saldo en cuenta corriente no va a evitar que el dinero se acabe. Y mostrar una foto sin mascarilla en Instagram no va a lograr que la vida sea como era antes.

La vida perfecta de las redes sociales puede ocultar una oscuridad que nos molesta. Sin embargo, sí hay algo muy bueno en esta pandemia: Tenemos la oportunidad de encontrar la luz que subyace a la oscuridad. Pero para eso, hay que enfrentar el dolor con valentía, decisión, buena cara y sobre todo, confianza en el Creador.

Amén.

Maestra Carolina Castagneto

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