Una lectura Kabbalista de las redes sociales y los medios de comunicación

 

Sabemos que desde hace un par de décadas, lo descrito por el Zohar como la Era del Aguador, o la Era de Acuario, desde la perspectiva astrológica, traería consigo el ingreso de cada vez mayor Luz a nuestro mundo del 1%, y en consecuencia, una reducción gradual de la materia física, permitiéndonos sobreponernos a los límites de espacio y tiempo.

Ya hemos experimentado lo que la disminución del tiempo y el espacio físico ha significado y lo que está significando el aumento progresivo de Luz. Y sabemos que esto ha tenido una vía de expresión proactiva y una reactiva. Como siempre, el Creador nos permite a través del libre albedrío, decidir cómo experimentar la realidad que se presenta ante nosotros.

Esta era, pone a nuestra generación en un tiempo de tremendas oportunidades y grandes desafíos espirituales. Sabemos, por ejemplo, desde la perspectiva de la reencarnación que estamos corrigiendo varias vidas en una; y  la experiencia de aceleración del tiempo la podemos asociar con ello: la velocidad de los cambios y cómo los procesos de corrección se suceden uno a otro. Necesitamos gran cantidad de ayuda del Cielo, y esta ayuda está llegando permanentemente a nosotros, en particular, cuando hemos iniciado un camino espiritual. La experiencia del despertar espiritual es cada vez una experiencia más frecuente, y es gracias a la penetración de la Luz en nuestro mundo. Despertamos, buscamos un propósito y para ello necesitamos un camino y herramientas espirituales, que como nunca antes, están disponibles. La Kabbalah ancestral está abierta hoy al que tenga oídos para escuchar y ojos para ver; y ese es uno de los mayores regalos que el Creador nos ha traído con esta era.

Sin embargo, los regalos y recursos están aquí porque son necesarios también para los grandes desafíos espirituales que tenemos la oportunidad de vivir. Estamos en tiempos donde esta sobreposición de los límites del espacio y del tiempo, también se manifiestan de forma potencialmente reactiva y los riesgos de cortocircuito también se amplifican si no estamos atentos y conscientes.

Es por ello que en este artículo hablaremos de los medios de comunicación social y de las redes sociales. Parafraseando a nuestra clase de Iniciación a la Kabbalah: Medios de comunicación y Redes: ¿Pena o bendición?. Como ya sabemos, depende de nosotros y del camino que escojamos.

Vivimos en tiempos en los que cada vez más tenemos acceso a mayor cantidad de información,  de manera más fácil y accesible. Los tiempos y la distancia se disuelven. Antes para comunicarnos con alguien que vivía al otro lado del mundo, debíamos escribir una carta, despacharla y esperar que llegara a destino con varios meses incluso de tiempo. Hoy el contacto es inmediato, sin mediar ningún tiempo y la distancia no existe cuando tenemos frente nuestro a la persona a través de una cámara.

Lo que antes parecía imposible, hoy es cotidiano, ni siquiera nos sorprende: computadores o dispositivos de un tamaño mínimo, ampliamente masificados, que nos permiten hablar por teléfono o vernos directamente a través de una cámara en vivo con personas de cualquier lugar del planeta, de forma simultánea  e inmediata. Bibliotecas virtuales con las que tenemos una conexión permanente, 24 horas al día, 7 días de la semana. Dispositivos que son teléfono, cámara, video, computadores, televisores, bibliotecas, cines. Todo al alcance de la mano. Un escenario maravilloso y complejo, como ya lo hemos empezado a reconocer…

Uno de los primeros indicadores de complejidad que la Kabbalah nos aporta en este escenario, es la necesidad de filtros. Así como hay mucho conocimiento e información valiosa y luminosa disponible, también hoy se encuentra disponible la mayor concentración de basura espiritual de todo tipo, que alguien pueda siquiera imaginar. Información verdadera e información falsa. Proyectos luminosos e iniciativas oscuras y generadoras de profundos cortocircuitos. Todo disponible a un click de distancia.

Nuestra dificultad hoy quizás no es tanto el cómo llegamos a obtener información, si no cómo distinguimos entre verdad y mentira, entre Luz y oscuridad, entre sabiduría que integramos o datos que coleccionamos sin procesar.

Filtros, filtros, filtros. Como siempre que nos enfrentamos a una situación de conciencia importante, acude a nosotros la esencial fórmula de la restricción. De poner filtros para no recibir Luz directa. Poner restricción a nuestro deseo ilimitado de conocimiento, de curiosidad, de saberlo todo, de llenarnos permanentemente. Necesitamos  aplicar restricción a nuestro deseo de recibir. Solo así, surge en nosotros, una relación con la tecnología y una búsqueda de contenidos conectada con un propósito luminoso y consciente.

¿Para qué busco información, conocimiento, imágenes? De verdad… ¿Hasta qué punto llego para procesar, antes de seguir en la búsqueda y conexión de nueva información? Como dice el adagio del sabio que filtra antes de abrirse a nueva información: Esto con lo que podría tener contacto, ¿es verdad?, ¿es necesario que lo sepa?, ¿es bueno?, ¿es útil?. Estos filtros nos ayudan a aplicar restricción respecto a nuestras motivaciones reactivas o proactivas, frente a lo que tenemos disponible.

Sabemos que el aumento en el ingreso progresivo de Luz tiene una expresión importante a  través del aumento de la capacidad de conexión. A mayor Luz mayor conexión. Pero… de nuevo las preguntas, ¿Conexión con qué y con quién? y ¿para qué?

En un mundo donde el Internet y la tecnología ya están tan instalados, por lo menos en países y ciudades como los nuestros, surge una nueva ilusión propia de este mundo del 1%, que es que de verdad estamos conectados con los demás, solo por el hecho de tener un dispositivo con señal e internet. Como si el trabajo y el esfuerzo que significa de verdad estar conectado con otro no fuera ya necesario. Esa ilusión es espiritualmente muy peligrosa. La facilidad a veces es espiritualmente peligrosa. ¿O acaso de verdad creemos que por tener 500 amigos en facebook, de verdad tenemos 500 amigos? Muchas personas si lo creen. La ilusión del 1% en la era de la tecnología es impresionante y tramposa. Y la desilusión puede tener consecuencias de desconexión muy fuertes, como la depresión y la sensación de aislamiento. Ya lo sabemos, otra ilusión…

Tengamos o no redes sociales, la conexión con Hashem requiere trabajo y motivación, la conexión con los demás requiere trabajo y motivación, y la conexión con nosotros mismos requiere trabajo y motivación. Cuando la tecnología y las redes sociales se transforman en un medio más, un facilitador para la conexión, fantástico. Lo estamos utilizando proactivamente. Pero se requiere conciencia para estar atentos a que no sean fuentes de desconexión con nosotros, con los demás y con Hashem. A que en lugar de conectarnos, interrumpan e interfieran en nuestra vinculación. Y para no caer en la ilusión de que la conexión con los demás consiste solo en dar un like o tener seguidores.

Rapidez, inmediatez, el acortamiento de la distancia y el tiempo ha tenido consecuencias generacionales sensibles respecto a nuestra reactividad y al tikkun global que compartimos. Nos ha hecho progresivamente menos pacientes, y más reactivos y ansiosos frente a tener respuestas rápidas. Sabemos que la reactividad busca satisfacción inmediata, y tenemos una puerta abierta a nuestra reactividad a través de los medios que utilizan la mensajería instantánea. El intercambio a través del whatsapp es quizás el mejor ejemplo. Las ansiedades de, ‘por qué no me contesta si ya vio mi mensaje’, ‘el doble check azul’, la ansiedad que proviene de nuestro deseo de recibir ya, que instala las relaciones sociales en una necesidad de respuesta inmediata, que asume una ilusión de disponibilidad del otro a cualquier hora y cualquier día. Reactividad  pura a la orden del día, y golazo del oponente. No la vimos venir, y puede estar en nuestra vida cotidiana robándonos chispitas de Luz.

Si lo han ido notando, estamos repasando algunos riesgos y desafíos que los MCS y las redes sociales nos están poniendo a nivel espiritual. Justamente porque no los hemos visto venir, y esa es una de las herramientas favoritas del oponente, la sorpresa. Por eso queríamos compartir este tema hoy. No se trata de negarnos a usar la tecnología, si no que, como siempre, hacer uso de la herramienta con conciencia para que se convierta en una fuente de Luz espiritual y no en un aparato esclavizante.

Y qué mejor desafío para hablar de esclavitud que el tema de las adicciones. Uno de los principales desafíos que la tecnología, los MCS  y las redes nos traen, es el caer en estados de esclavitud, a través de hacernos adictos.  Las adicciones o apegos provienen de nuestra necesidad de hacer correcciones al nivel del alma del Nefesh. Una o varias klipots o cascaritas en este nivel del alma, nos desconectan de la Luz del Creador y nos hacen creer en la  ilusión de que determinadas cosas, sustancias, personas o experiencias son las que nos traen satisfacción genuina. Por ello, y desde la más profunda sensación de carencia, tan propia del mundo del 1%, creemos que no podemos vivir sin ello, que nuestra vida y sobrevivencia depende de ello, y ya estamos. Esclavizados, adictos y apegados. ¿Cuáles son los pseudo-satisfactores que se buscan en los MCS  y las redes sociales? Cercano al infinito: reconocimiento, amor, pertenencia, importancia personal, autoestima, valoración, estatus, conocimiento, ubicación geográfica…

¿Se han preguntado si tienen una relación sana con sus dispositivos, teléfonos, tablets, computadores?, ¿cuántas horas al día pasan en facebook, twitter o instagram?, ¿qué ocurre si se les queda el celular en la casa algún día?, ¿alguien tendría síndrome de abstinencia?. Conviene hacerse la pregunta y regular nuestra relación con ello, para que el oponente no nos meta goles. Y no aparezcamos diciendo la clásica frase del adicto: “Yo lo dejo cuando quiero”, pero no quiero

Uno de los principales riesgos que nos instalan los medios de comunicación social con mucha fuerza y también algunas redes sociales, se trata del tipo de contenidos y el enfoque que se les da. Nos han escuchado acá en la fundación el tener ojo con ver noticias. O mucha televisión. Nuevamente no se trata de apagar la TV o el computador, se trata de tomar conciencia de los alimentos que le estamos proporcionando a nuestras almas.

Acudiremos a la Torah para ejemplificar este punto. Está escrito “Jueces y policías pondrás en los portones de tu ciudad…”. En lo literal se refiere a tener sistemas de vigilancia y justicia en nuestras ciudades, evitar que entren los malvados y mantener las ciudades protegidas. Sin embargo, a nivel de los secretos contenidos en las escrituras, sabemos que el cuerpo del ser humano se considera su ciudad, su país, ya que ahí mora nuestra alma. Explica el Alshej HaKadosh, que este segmento, se refiere también al cuerpo, y los portones son la boca, los ojos, los oídos, y hay que cuidarlos para que no entren por ellos visiones o informaciones negativas, que destruirían la pureza de nuestra “ciudad”, y sus habitantes, el cuerpo y el alma. Se requiere de un juez, nuestra conciencia, nuestro cerebro, con conocimientos espirituales que le permitan establecer juicios y filtros correctos, y que cuando está a punto de entrar un “terrorista espiritual”, ordenará a los policías, es decir, los párpados, los labios, las orejas, que cierren el acceso. (Rab Amram Anidjar).

Nuestro mayor dilema cuando vemos televisión, noticias, o se activa el reproductor automático de youtube, es que estemos también nosotros en piloto automático, y nuestro juez se encuentre durmiendo o poco atento. También que nuestro juez no esté suficientemente claro respecto a los indicadores de riesgo, para activar el cierre. Por de pronto, se trata de estar concientes y no en piloto automático, y preguntarse respecto a los contenidos y consecuencias de ver lo que vemos. Por ejemplo, ¿en qué estado nos pone ver noticias?, ¿se activan los miedos, rabias, desesperanza, depresión, dudas?, entonces puede que no sea un alimento muy nutritivo para nuestras almas, nuestro Ruaj. ¿Qué estados se activan con las películas o series que veo?, ¿violencia, lujuria, avaricia, competitividad?, entonces tenemos la misma respuesta…

Así como poner guardias en nuestros portones significa cuidar lo que entra por nuestros ojos y oídos, resulta esencial cuidar lo que sale de nuestra boca. Y eso nos lleva a una extensión de ello, que es cuidar lo que escribimos, publicamos o subimos a nuestras redes sociales.

De nuevo se abren zonas de riesgo que es bueno conocer para manejar con Luz. Muchas personas, a veces no calibran lo que significa subir una foto o una opinión a internet. Algo que se cree que se comparte a un nivel muy pequeño, puede llegar a transformarse en “viral”, como conocemos el término de algo que se replica sin cesar, o llegar a personas que tienen intenciones desconocidas para nosotros.

El espacio de lo íntimo ha sufrido nuevos desafíos, que nos sirven para volver a instalar filtros.

Un primer elemento respecto a este tema se relaciona con los riesgos del Lashon hará. El mal hablar, el hablar de otros que no están presentes, o el hablar de cosas innecesarias, es un riesgo cotidiano que cada kabbalista aprende a filtrar. No involucrarse en pelambres, chismes, comentarios o críticas a los demás. Si esto es difícil de mantener controlado en vivo y en directo, las redes sociales plantean un desafío amplificado. La “opinología” aparece multiplicada, y la ilusión de la libertad de expresión suele usarse para ser un espacio donde de nuevo, el oponente nos mete goles. Vemos cómo espacios de libre expresión se vuelven vitrinas de expresión de odiosidades, juicios y prejuicios; y en directa relación con ello, vemos cómo se inician discusiones que están lejos de centrarse en las ideas, sino en la crítica personal gratuita. Se realizan juicios personales y llenos de odio y fundamentalismos de todo tipo. Quizás las últimas elecciones nos mostraron ello en un espectro difícil, que requirió mucho filtro para mantener nuestros portones activos.

Otro cortocircuito disponible en las redes sociales se refiere a la generación de envidia y del mal de ojo. Muchas veces desde la inconciencia, compartimos mucho de nuestra intimidad y de nuestros triunfos a través de fotos o estados, sin conciencia respecto a las personas y a las condiciones en las que se encuentran, que serán quienes leerán o verán esta información. Por lo tanto, abrimos información sin poder saber lo que esa información provoca en los demás. Un ascenso puede ser difícil de mirar con alegría por alguien que vive una larga cesantía. O un embarazo puede generar mucho dolor en una mujer que no puede tener hijos. De nuevo, no se trata necesariamente de no compartir buenas noticias, sino de tomar conciencia respecto a quiénes y cómo hacemos parte de ello. Esto se vuelve más complejo aún, cuando en verdad compartimos información para generar envidia o demostrarle a los demás que somos mejores, entre comillas. Como ello proviene directamente de una motivación reactiva y egoísta, las consecuencias espirituales serán más complejas. Recordamos la importancia de no exponernos al mal de ojo, y ser sensibles respecto a nuestra intimidad y la de nuestros seres amados. En particular la de los más vulnerables, los más pequeños y los mayores.

Ello nos lleva a una de las trampas favoritas del oponente en redes sociales. La proyección de una imagen y el ego. Resulta tan fácil ser algo que no se es, construir una imagen, experiencias, historias. Los perfiles pueden ser una verdadera trampa para el manejo de nuestro ego. Desde las fotos, hasta la información que se comparte, los eventos a los que se asiste. Muchas veces todo está mediado por cual es la imagen que deseamos proyectar. El ego, desde la necesidad de reconocimiento y de proyectar una imagen particular – la que sea, desde la niña buena hasta el chico malo-  cuenta con una plataforma engañosa permanente disponible.

Así que, ¿cómo obtenemos luz de todo esto?. Primero tomando conciencia de nuestra relación con la tecnología y los  medios, conciencia de sus riesgos. Poniendo atención a nuestra dependencia, poniendo atención a lo que filtramos y cómo lo filtramos. Buscando mantener a raya a nuestro ego, a nuestra lengua y a nuestra escritura; así como a nuestras necesidades de controlar, criticar, vigilar, recibir reconocimiento, y a nuestra ansiedad de respuestas. Cuando no permitimos que las redes sociales nos mantengan lejos de los cercanos y nos desconecten. Cuando no caemos en la ilusión de  conectar superficialmente. Si logramos ser conscientes de las trampas del oponente, filtrar y restringir, ganaremos Luz, como cada vez que podemos responder proactivamente y limpiar nuestro tikkun.

Por otro lado, quise dejar para el final todas las posibilidades más abiertamente luminosas de lo que hemos hablado. Cuando los MCS  y las redes nos permiten acercar a los lejanos, mantenernos conectados de verdad, difundir Luz, acceder a experiencias de formación espiritual a través de clases a distancia, compartir Luz también de forma multiplicada, entendemos que toda herramienta deviene en Luz u oscuridad dependiendo de una intención luminosa u oscura, consciente o inconsciente. Que nuestras almas tomen contacto luminosamente con todas las fuentes verdaderas de Luz que Hashem nos quiera regalar, que estén allí para nuestro crecimiento, para conectar con amor y generosidad y para compartir Luz, y que seamos capaces de revelar Luz también venciendo los desafíos del egoísmo y la negatividad; hasta que podamos cumplir con la tarea que Hashem nos encomendó a todos.

por: Maestra Ximena Solar

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