El Dr. Jeremy Dean es un psicólogo clínico que dio a conocer una reciente investigación que conviene que todos tengamos en cuenta.Cada semana casi un cuarto de toda la población norteamericana consume un analgésico denominado Acetaminofen, llamado Acamol en Israel, Tylenol en los EEUU y Paracetamol en otros países. El acetaminofén es también un ingrediente utilizado en más de 600 medicinas, una de las cuales es ser el principal ingrediente del Paracetamol.
De acuerdo con un nuevo estudio publicado por el Journal of Social Cognitive and Affectiva Neuroscience (Mischkowki et al., 2016), este tan famoso analgésico no sólo mata el dolor sino que también mata nuestra empatía por los demás.
Como si fuera poco, en otra investigación realizada el año pasado, en el Journal of Psychological Science (Durso et al., 2015), el acetaminofén también reduce las emociones positivas de aquellos que lo consumen.
Los científicos admiten que no saben por qué esta droga causa dichos efectos, pero admitámoslo: la empatía y los sentimientos positivos son realmente importante y en especial si uno es una persona casada y tiene hijos.
Dice el autor del estudio: “Si tienes una discusión con tu cónyuge y acabas de tomar Paracetamol, este estudio sugiere que es probable que no llegues a entender que le hiciste algo malo a tu cónyuge.”
¿Cuál es el mensaje más profundo de emuná que podemos aprender de esta noticia? En mi opinión es que tenemos que aprender más de las herramientas psicológicas, espirituales y físicas que tenemos a nuestra disposición a fin de aliviar el dolor. El dolor es la queja número uno que los médicos escuchan de sus pacientes y sin embargo, es el síntoma número uno que están menos capacitados para aliviar – fuera de recetar analgésicos.
Esto se debe a que los médicos estudiaron anatomía, fisiología, neurología, etc, pero no estudiaron mucho acerca de cómo ayudar a la gente con los aspectos psicológicos y emocionales del dolor. Inclusive la gran mayoría de los psiquiatras no siempre están capacitados para aliviar el dolor de forma natural.
El problema radica en que el dolor es un problema muy complejo. La mayor parte de las formas de dolor existentes son una combinación de factores físicos y emocionales. En otras palabras, psico-fisiológicos. El más grande factor que puede modificar nuestra experiencia del dolor es la capacidad de modificar aquello que creemos acerca del dolor. Ahora bien: para modificar creencias tenemos que entrar en el ámbito del emuno-terapeuta, no del doctor.
Por ejemplo, las mujeres jóvenes que escuchan las “historias de terror” de sus madres acerca de lo doloroso que es dar a luz se forman una creencia del parto que no hace más que aumentar el dolor y la ansiedad cuando es su turno de tener un bebé.
Pero cuando las mujeres son sometidas a tratamientos tales como nacimiento con hipnosis y demás formas de tratamientos que la impulsan a creer que pueden conservar la calma, entonces ellas experimentan menos dolor y más alegría y gratitud por el milagro del nacimiento. Y además pueden establecer un vínculo afectivo mucho mejor con su bebé que las madres ansiosas.
Cuando se tienen en cuenta los factores emocionales tales como la expectativa del dolor, los recuerdos traumáticos del dolor en el pasado y las historias que escucha la gente acerca del dolor que soportaron los demás, entonces el nivel real del dolor de la persona suele ser muchísimo más alto que el grado de dolor que proviene de la dolencia o la herida en sí mismas. La mayor parte del dolor tiene por lo menos algún componente psicológico que puede reducirse sin necesidad de medicación o con menos medicación.
Tenemos que tener emuná en nuestra propia capacidad de reducir la mayor parte de los dolores cotidianos nosotros mismos y con la ayuda de Hashem. Yo descubrí esto de forma “accidental” una vez cuando me quemé la mano en la cocina. No tenía a mano nada para tomar y el dolor se iba volviendo cada vez más fuerte. Hasta el día de hoy no sé por qué pero de repente empecé a pensar en una fruta… rara o no?
Pues bien, primero pensé en una mandarina que tenía el tamaño de la quemadura. Después vi esa mandarina transformándose en una ciruela y luego la ciruela, en una uva. Para cuando la uva se transformó en una pasa de uva, el dolor se había reducido considerablemente. Y cuando la pasa de uva se trasformó en una semillita, el dolor ya casi había desaparecido. Esta experiencia me enseñó el tremendo poder de los pensamientos y las visualizaciones y en especial cuando recurrimos a ellos porque no nos queda otra opción.
Esto no significa que tengamos que ignorar el dolor que persiste o que es demasiado intenso. El dolor grave y demás sensaciones físicas deben ser examinados por un médico. Y el dolor persistente y crónico puede ser síntoma de un problema real que debe tratarse. Por ejemplo, los dolores de cabeza continuos pueden estar apuntando a algo más complejo D’os no lo permita!
Entonces qué más podemos hacer? siempre tomemos remedios naturales antes que los analgésicos y los procedimientos médicos, a menos que estos últimos sean, por las características de los síntomas, inevitables.
Y qué pasa con los investigadores? Me enteré que su próxima misión es examinar el ibuprofeno, comúnmente conocido como Advil, Nurofen, etc, para ver qué es lo que nos hace que todavía no sabemos…
por Dr. Zev Ballen