¿Te ha pasado que cuando te enfrentas a una situación ingrata o dolorosa piensas: “espero que esto pase rápido”?

De lo que nos estamos olvidando es de que el alma es eterna. Cuando asumimos esa perspectiva, un año o cinco, o incluso diez, parecen ya no ser tan largos. Pero así somos: no estamos habituados a analizar nuestra vida con los ojos del alma eterna. Pero cuando lo hacemos, la mirada que desea una solución rápida, se reemplaza por aquella que busca la mejor solución posible, aunque demore un poco más.

Cuando estamos frente a la persona que “nos hace la vida difícil” o la situación insoportable, sería bueno adoptar esta otra mirada, que aprecia la calidad de la solución más que su rapidez. Es un ejercicio espiritual que podemos hacer en cualquier momento, pues cosas que no nos gustan deben haber muchas.

Te invito a hacer la prueba y analizar el problema desde la perspectiva temporal del alma eterna. Si lo haces puede ser que desees una solución lenta pero duradera, y que le asegure a tu alma un camino ascendente.

Amén

Carolina Castagneto

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