Nos enseñan los sabios que una tarea a practicar en nuestro sendero de elevación espiritual es modificar nuestro observador, mirar con otro prisma el mundo al cual nos vemos enfrentados día a día.

Convengamos que están agradable y fácil observar con amor y gratitud cuando vivimos situaciones de felicidad, amor, risas, compartimos con buenos amigos y familiares amorosos, en este escenario es fácil reconocer la LUZ, y observar con amor nuestro entorno, pero como observamos cuando no es así ¿ cuando el entorno que nos rodea es caótico, cuando en el día personas o situaciones nos activan emociones bajas como la rabia, pena, frustración,  compañeros de trabajos o jefes molestos, situaciones familiares complejas, escasez económica etc.…como lo observo… nos podríamos preguntar…

¿recuerdo las enseñanzas aprendidas? ¿me esfuerzo por activar un observador más compasivo con el entorno? ¿me atrevo a intentar si quiera observar con amor a esas personas

 ¿Cómo está mi observador de Luz?, ¿Realmente estoy trabajando mi espiritualidad?  ¿Qué observador estoy proyectando cuando veo la oscuridad en los otros?

 ¿logro observar mi propio ser en esa oscuridad?

 ¿Y más profundo aún, observo al creador detrás de cada persona o situación compleja?

Aquí está el verdadero trabajo queridos amigos kabbalistas, poner en práctica un nuevo observador, que conecta con la conciencia de unidad, conciencia del ser como almas de la misma fuente de Luz y que aquellos que nos “joden” el día están siendo parte de un plan divino para darnos la oportunidad de manifestar nuestro verdadero ser, un ser más evolucionado más espiritual.

La LUZ sale de la oscuridad, si logramos observar el verdadero propósito en nuestras “oscuras” situaciones diarias, veremos que son un trampolín hacia la LUZ, todo depende de como lo observemos.

La Kabbalah no entrega grandes herramientas para desarrollar un profundo camino espiritual. Meditación, nombres de Dios, oraciones potentes que abren los mundos superiores de la conciencia humana.

La otra parte nos corresponde a nosotros… practicar atreverme a observar diferente, con real conciencia y empatía del mundo en dónde vivimos y ser conscientes que TODAS las personas que nos rodean, nos ayudan a jugar este juego de la vida.

El nombre de dios n° 44 yud, lamed, hei nos ayuda no enjuiciar y a tener un observador más luminoso.

 

 

Que Hashem nos permita seguir modificando nuestro observador y disfrutar del día a día como realmente deseamos

Con mucho cariño,

Maestra GUía Esther Valenzuela

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