Sonreír es la raíz de lo que somos como seres humanos. Comparte tu sonrisa con el mundo.

Sonreír es la raíz de lo que somos como seres humanos. De hecho, es lo primero por lo que se enorgullecen los padres cuando monitorean el desarrollo de su bebé.

Un bebé, mucho antes de comenzar a comunicarse verbal y físicamente, siente el mensaje de una sonrisa instintivamente y, casi siempre, responde de la misma manera.

El gran ético del siglo XIX, Rav Israel Salanter, enseñó que el rostro de una persona se considera “propiedad pública”, y que uno siempre debe sonreír a todo el mundo. Una cara amarga daña el estado anímico de los demás y nunca tenemos permitido provocar un daño a otros. ¿Cuánto más feliz sería el mundo si todos sonriéramos constantemente?

Esto es exactamente lo que la Mishná, en el tratado de Pirkei Avot (5:15), tiene en mente al decir: “Recibe a todo el mundo con un rostro alegre”.

¿Alguna vez te preguntaste por qué cuando deseamos manifestar calidez y amistad hacia otra persona, instintivamente le sonreímos y le mostramos los dientes? Si nosotros hubiéramos creado el cuerpo, ¿hubiésemos sugerido que abrir la boca y mostrar los dientes es una forma de manifestar amistad? ¿Por qué Dios hizo que nuestros cuerpos reaccionen de esta manera? ¿Por qué mostrar los dientes se asocia con ser abierto y agradable?

Una pista podemos encontrarla en la siguiente sección del Midrash, el antiguo comentario bíblico sobre los dientes:

Así como la fuerza de una persona se mantiene con sus dientes [si alguien no tiene dientes o tiene dientes débiles, no puede comer y obtener fuerza], así también la fuerza del pueblo judío se encuentra en la Torá (Ialkut Shimoni)

Aquí los dientes son conectados con la sabiduría.

De acuerdo con las fuentes místicas, hay 32 caminos de sabiduría. Así también hay 32 fuentes de sabiduría dentro de la persona (que se encuentran en la cabeza), que son canalizadas a cada uno de los 32 dientes de un adulto. El hebreo, como muchos otros idiomas antiguos, también funciona como un sistema numérico. Así como los números romanos (I es 1, V es 5, etc.), cada letra hebrea tiene un valor numérico. Este sistema se llama guematria y a veces el valor numérico de una palabra tiene otro sentido significativo. El número 32 tiene la guematria, el valor numérico, de la palabra hebrea lev, que significa ‘corazón’. Esto significa que nuestros 32 dientes representan lo que hay dentro de nuestro corazón.

Los dientes están conectados con el corazón y la sabiduría. ¿Pero qué significa todo esto?

La sabiduría de un ser humano comienza con los pensamientos de su corazón, pero si se queda allí, es una sabiduría egoísta. Para que esa sabiduría pueda hacer del mundo un lugar mejor es necesario expresarla a través de la boca. Cuando abrimos nuestra boca y hablamos, compartimos algo nuestro con el mundo. La sonrisa simboliza nuestra disposición a abrirnos ante la otra persona.

Todos nuestros dientes representan los muchos pensamientos que pasan por nuestra cabeza; pensamientos que tienen el potencial de ayudar a los demás, de tener un impacto positivo sobre aquellos que nos rodean y sobre todo el mundo en general. Cuando abrimos nuestras bocas y sonreímos a otra persona, estamos comunicando el siguiente mensaje: “Quiero mostrarte lo que hay en mi interior”. Cuando sonreímos y mostramos los dientes, les mostramos a los demás que adentro hay mucho que deseamos compartir.

Ya sea que tengamos o no conciencia de esto, cuando sonreímos dejamos vislumbrar nuestra sabiduría. Dios nos creó de forma tal que cuando estamos felices sonreímos, nos reímos, y mostramos nuestros dientes. Esto es como decir: “Estoy de un maravilloso estado de ánimo. Siento que la vida es maravillosa. Estoy feliz de estar vivo en este mundo. Por lo tanto, le muestro al mundo mis dientes, y a través de mis dientes manifiesto lo que hay en mi interior. Tengo un rol importante que desempeñar en este mundo al aprovechar y utilizar mi sabiduría y compartirla con los demás. Por eso sonrío; esta es la razón por la que te muestro mis dientes”.

Cuando saludamos a alguien, se supone que debemos sonreírle. Sonreír manifiesta nuestra bondad y apertura a relacionarnos con la otra persona. Cuando frunzo el ceño, cierro la boca con fuerza y escondo mis dientes. De esta forma digo que no deseo abrirme ni compartir mi sabiduría con nadie. Pero cuando sonrío, mi mensaje es: “Sí, quiero llegar a conocerte. Quiero compartir contigo mi sabiduría, mis conocimientos, mi contribución personal a este mundo. Te muestro mis dientes, la ventana a mi mundo interno y a mi sabiduría, y quiero que participes de lo que tengo para ofrecer”.

Como dijo el famoso orador motivacional Denis Waitley: “Una sonrisa es como una luz en tu ventana que le dice a los demás que adentro hay una persona afectuosa y cálida”.

por: Rav Baruj Leff  vía aishlatino.com

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