A muchas madres nos molestan afirmaciones como “es que tú sabes lo que tu hij@ quiere porque te lo dice tu instinto de madre”, por la sencilla razón de que el instinto de madre no existe. Así de simple. Los hombres o las personas que no tienen hijos le atribuyen a la maternidad un carácter casi mítico, como caído del cielo, que da poderes sobrenaturales de adivinación. Algo así como un oráculo del niño. Y la verdad es que la razón por la que una mamá sabe lo que su hij@ quiere o necesita es porque l@ conoce. Nada más. No hay misterios ni magias.
Y con la llamada “iluminación espiritual” sucede exactamente lo mismo. No hay atajos ni trucos rápidos. A veces los alumnos se decepcionan un poco cuando en la primera clase se les dice “El trabajo espiritual es trabajo. O sea, hay que trabajar”. Pero nos guste o no, es cierto. La comprensión de los misterios de la propia alma, se alcanza luego de ¡analizar la propia alma!. Miren qué fácil. Pero si no invertimos el tiempo, la energía, y sobre todo la intención de mirar nuestros ser interno, no hay amuleto que nos pueda ayudar. Si no estamos dispuestos a mirar con franqueza nuestras áreas grises y tener la sincera intención de mejorar, seguida de obras concretas de corrección, no hay mantra que sirva.
Lo más difícil de admitir, es que en verdad el trabajo “personal”, tiene más que ver con nuestra relación y trato con los demás, más que con nosotros mismos (o sea, no es tan personal): yo corrijo mi alma al manifestar pensamientos, sentimientos y obras de bien hacia el prójimo. O sea, tampoco sirven las introspecciones eternas.
No niego que hay seres especiales que vienen al mundo con una luz especial, y con una misión espiritual trascendente. Pero no tengo por qué, antes de empezar siquiera, asumir que yo soy uno de esos prodigios. Es más, si lo fuera, ya lo sabría yo y todos quienes me rodean. Así que no.
No niego tampoco que hayan momentos de una clara visión de algún asunto sobre el cual antes no teníamos esa comprensión. Pero esos chispazos, esos intervalos de lucidez espiritual también suelen ser fruto de muchas horas de meditación e introspección, no son simples regalitos del destino.
O sea que el crecimiento personal es demoroso, tiene que ver más con lo que hago sobre los demás más que sobre mí, es trabajoso y más encima, no tenemos ni un solo resultado garantizado.
Así que regalémonos un auto-abrazo cada vez que consigamos reprimir una mala palabra, cada vez que ayudemos un poquito a alguien y cada vez que logremos leer poco más que el título de algún libro de espiritualidad. Porque el trabajo espiritual es trabajo, y cada uno de nosotr@s trabaja (y mucho) para conseguir cualquier modesto avance.
Con cariño,
Maestra Carolina Castagneto