Preparando la vasija

Una pregunta que frecuentemente dirigimos a los alumnos de Kabbalah  es “Cuál fue tu última compra inútil?”. Y las respuestas varían, siendo una de las más frecuentes, algo para comer que compramos por tentación y sin tener hambre. Y la reflexión suele ser “Si no eres capaz de administrar sabiamente el poco dinero que tienes en bocaditos, crees que a D’s le den ganas de darte más, para que lo gastes en una torta?”.

Otro ejemplo: Una de las cosas que más desean algunas personas jóvenes que recién parten trabajando, es tener su propio hogar, donde puedan hacer lo que quieran y donde tengan más espacios. Pero frente a la pregunta “Y la pequeña pieza que tienes, está limpia y ordenada?”, la respuesta es el silencio. Entonces la reflexión es “Si no puedes mantener una pieza, crees que a D’s le den ganas de darte un departamento para que aumentes el caos que hay en el mundo?”.

Uno más: Para aquell@s que buscan una linda relación de pareja, la pregunta debería ser “Cuando hablas sobre las demás personas, tus palabras tienen más compasión y generosidad, o más bien salen chismes y juicios de tu boca?”. Adivinen cuál sería la reflexión: “Si no tratas con amor a las demás personas, tú crees que a D’s le den ganas de darte una pareja para que le rompas el corazón?”.

Ya se adivina, entonces, que antes de recibir las bendiciones que D’s nos tiene preparadas, tenemos que ser aquel tipo de persona que puede sostenerlas y hacerlas brillar. D’s no puede actuar en nuestra realidad más allá de lo que nosotros somos capaces de manifestar; si yo no aprendo a jugar tenis, D’s no me va a poder convertir en campeona de Wimbledon.

Dicho lo anterior, entenderemos que ser vasija, significa ser capaz de contener las bendiciones del Creador. Y contener, no a la manera de una mera botella que recibe agua en su interior, sino en una forma comparable a una persona que se ha encargado de aprender nutrición, yoga y que se acuesta temprano, y que es merecedora de la bendición de la salud, puesto que es capaz de mantenerla.

Durante lo que queda de Elul, mes de la purificación y renovación, preocupémosnos entonces, de convertirnos en aquella alma que es apta para recibir, acoger, dar forma y multiplicar las múltiples bendiciones del Creador. Claramente la limitación no está de Su lado, sino del nuestro.

Amén,

Maestra Carolina Castagneto

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