La fórmula secreta

Se nos enseña que para que el hombre sea genuinamente feliz, debemos ser felices con nuestras faltas y carencias.   Está la persona que sufre alguna incapacidad.  Está el otro que tiene problemas económicos.  Está este otro que tiene problemas conyugales.  El otro tiene problemas con sus hijos.  Este otro tiene problemas con sus padres, etc., pero en todos los casos, sin excepción, tenemos que entender con emuná completa que El Creador no se equivoca y que las carencias y faltas que sufre son las mejores circunstancias posibles para su caso específico, para que logre la rectificación de su alma.

En general, las personas pensamos que “si yo sufriera de un problema con el cual pudiera vivir normalmente, lo aceptaría sin reclamos, pero el problema que tengo me limita; me impide hacer cosas importantes que tengo que hacer y por esa causa me veo incapacitado de hacer muchas cosas.  Entonces, ¿Cómo se puede pretender que lo acepte con alegría?”.  La respuesta es que El Creador sabe perfectamente todo lo que uno piensa, y Él sabe perfectamente todas las consecuencias de ese problema que te aqueja, y también sabe que esas son las circunstancias exactas con las que esa persona puede alcanzar su rectificación.

Nunca hay que desesperarse.  De hecho, los grandes Tzadikim alcanzaron tremendos niveles espirituales precisamente enb virtud de las desventajas que tuvieron en la vida.  Por ejemplo, Rabí Janina Ben Dosa, por cuyo mérito todo el mundo subsistía, era tan pobre que ni siquiera tenía pan para comer y solamente comía algarrobas.   De la misma manera, hubo muchos Tzadikim que no tuvieron hijos, pero que gracias a sus bendiciones hicieron que muchas mujeres estériles pudieran concebir. Los ejemplos abundan.   El hecho que aceptaran con emuná y alegría las dificultades que tuvieron en la vida es lo que los convirtió en grandes personas.

La fórmula secreta pare ser feliz es esta: tienes que ser consciente de tus faltas y carencias y entender con emuná completa que esa es la situación ideal para ti.   Si ignoras tus faltas o si te engañas pensando que no tienes faltas, entonces jamás podrás alcanzar la verdadera felicidad porque no estás actuando con emuná, y la felicidad que no se basa en la emuná no puede ser genuina.  La grandeza no es la que trae la felicidad, es al revés, es la alegría la que trae la grandeza.

Extracto del Libro “En el Jardín de la Sabiduría” de Rav Shalom Arush

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