En el pasado Rosh Jodesh de Acuario, reflexionamos acerca de la canalización de milagros y cómo reconceptualizar la palabra “milagro”, de modo que entendamos que todo es un milagro y que el problema es que no lo veamos de esa manera.
Generalmente, se entiende que un milagro involucra la materialización de algo que no ha de materializarse; o sea, de hacer posible algo imposible. Sin embargo, la idea es avanzar en el entendimiento de que todo viene de Hashem y que para Hashem nada es imposible.
Mientras sigamos pensando que hay cosas imposibles, más trabajo nos queda en el desarrollo de nuestra Emuná. Debemos, en algún momento, dejar de ver la realidad con los ojos del ego, en donde todo tiene un límite y todo debe ser entendido y explicado. Sólo frente a los ojos del alma podemos prescindir de la palabra “imposible” y así disfrutar de un mundo lleno de posibilidades todas ellas viables. ¿Qué mejor? ¿Acaso no sería maravilloso tener una vida en donde el mundo de ensueño sea tu mundo real? ¿Qué te impide gozar de aquello?
El nombre de Dios n° 43 nos abre los sentidos a este mundo de ensueño, este mundo eterno e ideal que siempre está ahí, frente a nosotros, pero sólo visible para nuestra alma. Sabiendo esto, los invitamos a meditar sobre él y poner nuestra voluntad en sacar de nuestro léxico (y realidad) la palabra imposible.
Afectuosamente,
Maestra Natalia González