Nacer de nuevo

Esta semana, a partir del viernes al atardecer, celebramos Rosh Hashaná, el año nuevo según la tradición kabbalista. Esta festividad conmemora la creación del ser humano, su nacimiento. Sabemos que en Kabbalah, en cada festividad celebramos lo sucedido “en estas fechas en aquellos días”. Es decir, toda la energía espiritual de aquel entonces se ve replicada el día de hoy. Por esa razón es tan importante este año especialmente, poner más atención de lo habitual a la llegada de este nuevo año.

Claramente nuestras vidas nunca volverán a ser las mismas… pero, en qué sentido?

… Nos podemos volver más incrédulos y desconfiados de D’s, que mandó sobre sus hijos una gran calamidad de la cual nadie es ajen@.

… Nos podemos alejar de nuestros semejantes, no sólo en un sentido físico, sino también espiritual y emocional, con el pretexto de cuidar la propia seguridad e integridad.

… Nos podemos volver un poco más floj@s, ya que nos hemos dado cuenta que no es necesario moverse tanto para contar con lo necesario (no hay que cuidar la presentación personal, no hay que ir al supermercado a comprar, no hay que hacer el aseo porque nadie va a ir a tu casa, no hay que demostrarle al jefe permanentemente que se está trabajando porque no te ve, etc).

Pero también nuestra vida puede cambiar en otro sentido:

… Podemos valorar más la cercanía de los seres queridos y no dar por sentado que estarán siempre ahí para ti.

… Podemos valorar más la vida y la salud, pues nadie sabe cuándo y cómo se pueden perder.

… Podemos sincerarnos de una vez con nosotros mismos y reconocer qué es lo que verdaderamente queremos en la vida y qué cosas son las que nos son de verdad valiosas.

… Podemos decidir transformarnos en el tipo de personas que siempre hemos sabido que debemos ser y dar esos pasos que hemos postergado por largo tiempo.

Lo más importante:

… Podemos confiar serenamente en el Creador, en la convicción de que todos sus designios son siempre para el mayor bien de todos nosotros y cada uno en particular.

Recordemos que la luz del Creador es infinita; lo limitado es nuestra capacidad para recibirla. Aún no es tarde para correr la última cortina que nos separa de un nuevo y luminoso cielo: el que Dios ha dispuesto para nosotros durante este nuevo año que se acerca.

Amén,

Maestra Carolina Castagneto

 

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