Vivir con menos

La crisis del COVID ha pasado la cuenta a todo nivel; ha puesto patas para arriba una enorme gama de cosas a las que se creía que tenían un orden establecido y ha impuesto consecuencias que muy pocos se imaginaban.

Primero que todo, atacó nuestra sensación de seguridad al imponer nuevos “hábitos” como andar con mascarilla, y súbitamente elevó esta conducta a estándar moral: quien se mueve por lugares públicos sin mascarilla es equivalente a un criminal. Impuso un miedo a ser contagiado y a contagiar que obliga a quedarse en casa, poniendo a prueba la salud mental de las personas, las relaciones familiares y por supuesto el sustento.

Segundo, puso patas para arriba enormes sectores de la economía, derrocando de un golpe a grandes corporaciones y negocios multimillonarios que creíamos eran casi eternos, como el mundo petrolero por ejemplo, poniéndolo de rodillas de un día para otro. El sistema monetario mundial no volverá a ser el mismo cuando la pandemia termine, y nadie parece tener claro la forma que tomará.

Tercero, nos obliga a replantear nuestra sociedad sin que aún nadie sea capaz de sugerir cómo, y es este “cómo” el que se ha alzado en estándar moral para todo el mundo. Todos estamos de acuerdo en el qué  -superar la pandemia, alcanzar prosperidad, lograr un mundo en armonía con la naturaleza, etc- pero nadie está de acuerdo en cómo superarla, debido al miedo sobre las consecuencias. Son las consecuencias las que dirán si la forma fue “buena” o “mala”. Las formas son las que pasan a escrutinio moral de la sociedad.

De todo esto no nos queda más que replantearnos individualmente para buscar nuestro propio cómo y responder frente a algo que nos es totalmente desconocido, y que para la inmensa mayoría de los casos lleva a replantearse el cómo vivir con menos. A todos nos resulta fácil pasar de tener menos a tener más, no tenemos ningún inconveniente al respecto, pero a todos nos duele pasar de tener a tener menos. 

Aquí es donde está la clave: ¿Qué necesito para ser feliz? Si analizamos un poco esta pregunta, nos vamos a dar cuenta que si una persona tiene comida, abrigo, un techo donde dormir y relaciones sexuales sanas con una pareja estable, entonces tiene el 95% de su felicidad cubierta. Es así como es posible ver que muchos de nosotros nos afanamos en lograr ese 5% restante y  utilizamos el 95% de nuestro tiempo útil en intentar lograr algo que creemos que nos falta, que en términos reales es muy poco. Cuando una persona alcanza ese 95% de necesidad básica cubierta, el 5% restante suele ser muy caro de alcanzar para la poca felicidad adicional que genera.

Antes de la pandemia, nuestro mundo ya estaba convulsionado con protestas y estallidos por todas partes, gente peleándose los unos con los otros por ese 5% adicional, cuando nunca antes en la historia del mundo la humanidad había experimentado tanta prosperidad.

Esta pandemia nos obliga a buscar la forma de vivir con menos, y esa búsqueda es dolorosa, en muchos casos llega a límites que amenazan el alimento, el abrigo y el techo. El dolor nos es impuesto cuando debemos lograr un cambio y estamos atrasados con eso. La Luz es como un “coach” capaz de infligir el dolor que sea necesario al alumno para que logre una meta, y nuestro problema con el dolor es que lo percibimos como “malo”, sin darnos cuenta que en último término el mal no existe.

Esta pandemia nos obliga a andar con mascarilla para no contaminarnos nosotros ni contaminar a otros, sugiriéndonos que debemos tapar nuestra boca de su propia contaminación y de la contaminación de otros, que en términos reales se produce al hablar mal de otros y al escuchar lo mal que otros hablan sobre terceros.   

Nos obliga a quedarnos en casa y destinar más tiempo a quienes están cerca, mucho más del que normalmente utilizábamos cuando estábamos buscando ese otro 5% de felicidad material que creíamos que nos faltaba. Este tiempo puede ser muy incómodo, porque nos muestra lo mal que usamos el tiempo normalmente, además de exponer nuestras fallas de convivencia con quienes tenemos cerca y poniendo esa convivencia en una prueba feroz.

A la vez, alejó a gente quienes normalmente teníamos cerca, sugiriéndonos que ya que las relaciones entre las personas están llenas de peleas y odio, entonces nos toca tenerlos lejos por un tiempo, hasta que nos demos cuenta que de verdad los queremos y deseamos tener cerca nuevamente, es algo así como que ya que nos peleamos cuando estamos juntos entonces toca separarnos para que nos volvamos a apreciar de nuevo. Esto podría ser muy duro, pero simultáneamente aparecieron nuevas formas de comunicación tecnológica, que correctamente usada acerca a la gente sin tener que ir de un lugar a otro.

En definitiva, esta pandemia nos impone una prueba a todos, en la que debemos distinguir la lección que no está dejando a cada uno ¿asumir la casa? ¿la educación de los hijos? ¿aprender a encontrar libertad aún en el encierro?

La Kabbalah nos dice que suerte significa aprendizaje, tiempo y lugar, es decir, suerte tiene aquel que aprende la lección en el lugar y momento oportuno, por lo que con mucha humildad deseo que todos aceptemos y aprendamos nuestra lección.

Afectuosamente,

Maestro Nicolás Rosenberg

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