Esta semana hemos vivido momentos muy difíciles para todos, cada cual ha experimentado desde su fuero interno distintas emociones que sin duda han oscilado entre el miedo y la esperanza, pasando por la perplejidad, la angustia, la rabia, la sensación de injusticia, pero también la fuerza para expresar un sentir desde el corazón, el amor mismo. 
La Kabbalah nos dice que después de la obscuridad siempre viene La Luz y curiosamente el momento más obscuro de la noche es justo antes del amanecer. Por eso debemos tener la Emuná que EL único que nos sostiene es HASHEM, Él es el que libra las batallas por nosotros.
¿Qué nos toca hacer entonces? Pues cruzar las aguas turbulentas y con determinación evitar caernos en su caudal. Ese torrente que nos lleva a flaquear, a perder la fe, que nos incita a discutir con nuestra familia y amigos, que nos separa, que nos hace juzgar duramente o que nos aliena y nos desconecta de nuestros hermanos que más sufren, que trastoca los verdaderos valores y nos confunde. 
Les dejo un hermoso salmo del Rey David, que su mérito nos fortaleza y que rápidamente encontremos La Paz y nos sostengamos en HaShem, nuestro único salvador. 
Salmo 23
Canto de David. Hashem es mi pastor, nada me faltará. En placenteras praderas me hace recostar, junto a aguas pacíficas me conduce. Reconforta mi alma. Me guía por caminos de rectitud en aras de Su Nombre. E incluso si anduviese por valles tenebrosos no temeré mal alguno, pues Tú estas conmigo; Tu vara y Tu bastón, ellos me consolarán. Prepararás una mesa ante mí, a la vista de mis enemigos. Tú ungiste mi cabeza con aceite; rebosa mi copa. Que solo la bondad y la benevolencia me persigan todos los días de mi vida, y en la Casa de Hashem moraré por mucho tiempo. 
 
Afectuosamente,
Maestra Claudia Vásquez
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