El Shabat que tiene lugar en los diez días entre Rosh Hashaná y Yom Kipur es llamado Shabat Shuvá: el Shabat del regreso. Este año, es el Shabat de la porción de Vayélej.

Esta porción contiene todas las enseñanzas que Moshé nos entregó antes de que partiera de este mundo. Y al comienzo de la misma, Moshé les dice algo muy raro a los israelitas: “Hoy tengo ciento veinte años; ya no puedo salir ni entrar”. ¿Qué significa esto? Rashí, el gran kabbalista, nos dice que significa que Moshé está diciendo: “Ya no tengo acceso a la sabiduría; por ello, no puedo dársela a ustedes”. Antes de que parta de este mundo, una persona justa tiene la totalidad de la Luz que reveló. Sabiendo esto, ¿cómo es posible que Moshé dijera que para él todo estaba bloqueado antes de que partiera de este mundo? Esto no tiene sentido y no puede entenderse de manera literal. Así que, ¿cuál es el secreto detrás de esta frase?

El secreto es que este mundo es una ilusión. Expuesto en términos muy simples, nada de lo que vemos, pensamos o sentimos es real. Por ejemplo, creemos que leemos el Zóhar, la Torá o las palabras de Rashí y otros grandes kabbalistas, y las entendemos. No obstante, lo que estamos entendiendo es realmente una sabiduría disminuida y cubierta. Lo que Moshé les enseñó a los israelitas a lo largo de sus cuarenta años de liderazgo fue, aunque no quiero decir que fue una versión diluida, les enseñó la única versión que ellos y nosotros podíamos entender. Por ello, lo que experimentamos, incluso al oír las palabras de Moshé, es una versión diluida.

Los kabbalistas enseñan que cuando Moshé estaba en sus últimos días en este mundo, el Creador dijo: “Te voy a entregar todo a ti”. Moshé ya había recibido las 49 puertas de Biná, de la Sabiduría, y que la Quincuagésima Puerta fue revelada a él en este día. Y una vez que Moshé estuvo conectado con ese plano, ya no podía hablar a nadie más porque el marco de referencia que los israelitas tenían era completamente distinto a la verdad. Por lo tanto, cuando Moshé dijo: “Ya no puedo hablarles; ya no puedo enseñarles” no es debido a que haya perdido algo, sino más bien se debe a que lo había recibido todo. Ellos no pudieron entender ni una palabra de lo que dijo en ese entonces, porque todavía vivían en el ámbito de la ilusión.

Y todos vivimos cada momento de cada día dentro de este plano de ilusión y lo creemos. Por lo tanto, la sabiduría y el entendimiento que recibimos o extraemos es casi nada. Por supuesto, cualquier conexión con el Zóhar, la Torá o los escritos de los kabbalistas revela una gran Luz; pero la Luz real, una conexión real, no está a nuestro alcance desde donde nos encontramos. Y tenemos que comenzar con esto, sabiendo que todo lo que vemos y pensamos está basado en la ilusión que nos hemos creído.

Quiero compartir una historia para profundizar en esta enseñanza:

Hubo una vez dos grandes estudiantes del Maguid de Mezritch, Rav Shmelke de Nikolsburg y su hermano, Rav Pinjás. Ellos preguntaron al Maguid de Mezritch: 

Cuando una persona ve y pasa por oscuridad, dolor y negatividad, ¿cómo puede bendecir el proceso, y verlo y experimentarlo como solamente Luz?

El Maguid de Mezritch les respondió: “No soy el indicado para elevarlos a ese estado; vayan donde mi estudiante, Rav Zusha de Anipoli”. Los estudiantes se dirigieron a Rav Zusha y le dijeron que su maestro los había enviado para que les enseñara. Le preguntaron: “¿Cómo podemos llegar a un estado de conciencia en donde veamos negatividad y atravesemos dolor y oscuridad, y lo veamos como una bendición?”. Rav Zusha les respondió diciendo: “No tengo idea de por qué el Maguid de Mezritch los envío hasta acá para que yo les enseñe esta lección; a mí nunca me ha ocurrido nada negativo en la vida”.

Aquellos que conocen la historia de Rav Zusha saben que él tuvo una vida muy difícil; si lo hubiésemos podido ver, externamente habríamos visto dolor y oscuridad. Y sin embargo, Rav Zusha dijo: “No sé por qué nuestro maestro, el Maguid de Mezritch, los ha enviado para que yo les enseñe la conciencia de bendecir la oscuridad, porque yo nunca he experimentado nada malo”. Y este es el secreto que Moshé quiere entregarnos en este Shabat entre Rosh Hashaná y Yom Kipur; existe un estado de conciencia que debemos alcanzar, en el que entendemos que cualquier dolor u oscuridad que atravesemos están basados en el engaño y la ilusión de este mundo.

Moshé les dijo a los israelitas: “He llegado a este lugar ahora en donde solo veo Luz; no hay oscuridad, no hay dolor. Y quiero ayudarlos a elevarse”. En Shabat Shuvá, Moshé viene y nos dice “Tomen toda su tristeza y oscuridad, y vengan a mi lado, al lugar que solo ve lo bueno, las bendiciones y la Luz”. Pero primero tenemos que creer que ese plano existe y saber que no solo es uno de los regalos más grandes, sino también que está disponible para todos nosotros. Rav Zusha y Moshé alcanzaron este estado donde no hubo (y nunca habrá) ninguna clase de dolor o negatividad, y debemos saber que en el Shabat de Vayélej, Shabat Shuvá, Moshé desea entregárnoslo.

En Shabat Shuvá podemos pedir tener la conciencia que ve más allá de las ilusiones de este mundo, que percibe únicamente Luz, nunca oscuridad ni negatividad. Y cuando tenemos esta conciencia, toda oscuridad se transforma en Luz y todo juicio es transformado en misericordia.

 

por Michael Berg vía kabbalah.com

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