He aquí siete formas de desarrollar tu potencial para asegurarte de sacar a la luz lo mejor de ti mismo.

1. Tener autoconsciencia

Una dimensión fundamental de la autoconsciencia es reconocer nuestros sentimientos y tener la capacidad de procesarlos y entenderlos. Los sentimientos son información, son ventanas para el autodescubrimiento. Cada sentimiento que experimentamos tiene apegado un mensaje único. Una persona con madurez emocional se vuelve cada vez más curiosa sobre sus sentimientos y les teme menos.

El significado de nuestros sentimientos surge del contexto específico en el que los experimentamos.

Quizás siento celos de alguien. Sería importante preguntar: ¿por qué siento celos en este momento particular, en esta situación particular y de esta persona específica? Los sentimientos son como e-mails. Puedo elegir borrarlos e ignorar el mensaje o abrirlos y leerlo. Para ser la mejor persona que puedo ser, debo conocerme, y la forma más segura para el autoconocimiento es escuchar y aprender de nuestros sentimientos.

2. Aceptarse a uno mismo

Para ser la mejor persona que puedo ser, debo aceptarme con todas mis imperfecciones, limitaciones, defectos, debilidades, malos hábitos, etc. Aceptarnos nos libera para crecer y cambiar. Compararnos con otros, sentirnos menos y criticarnos nos paraliza y nos encierra en una prisión de vergüenza y desprecio hacia nosotros mismos. En una situación tan asfixiante la persona es incapaz de iniciar cualquier clase de proceso que lleve al crecimiento real, desperdicia energía valiosa que podría y debería ser utilizada para el crecimiento personal. La vergüenza es la base de la baja autoestima. Por otro lado, aceptarse a uno mismo es la base emocional de una autoestima sana.

Nunca puedo llegar a convertirme en mi mejor versión si deseo una realidad diferente y ser otra persona. El mantra de la persona que se acepta a sí misma es: “Hago lo mejor que puedo con las herramientas que recibí para trabajar”.

3. Perdonarse a uno mismo

Cuando no logro perdonarme por mis errores o por mis fracasos, pierdo vitalidad. Cuando me perdono y me tengo compasión, me siento vivo. En la Biblia, Caín es un ejemplo trágico de alguien que destruyó su vida y la de su hermano por no ser capaz de perdonarse un error que cometió.

Para perdonarnos, debemos aceptar y celebrar nuestra condición humana. Debemos aceptar la imperfección y nuestras limitaciones. Desde Adam hasta Moshé, página tras página, la Torá nos informa sobre personas grandiosas que cometieron grandes errores. Es maravilloso tener el potencial para esforzarnos por alcanzar los niveles más elevados incluso cuando caemos. El Rey Salomón dijo: “Siete veces cae el recto y se levanta”.

Theodore Roosevelt capturó en profundidad la nobleza de vivir una vida con autocompasión:

“No es el crítico el que importa, ni quien señala cómo cae el fuerte o qué es lo que el que hace algo hubiera podido hacer mejor. El crédito le pertenece a la persona que está en el campo de acción, cuyo rostro está lleno de barro, transpiración y sangre, que lucha valientemente, que se equivoca y fracasa una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error ni defectos; a quien conoce la gran devoción, quien se dedica a una causa valedera, quien en el mejor de los casos, termina conociendo el gran logro del triunfo o, en el peor, si fracasa mientras se esfuerza valientemente, conoce su lugar y nunca estará con las almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota”.

4. Definirse a uno mismo

En toda la eternidad, jamás habrá otra persona como yo. Para ser yo mismo, debo convertirme en mi ser único. La singularidad es vida. La imitación es la muerte. No hay otra opción, sin embargo es muy difícil hacerlo. El Dr. Eric Fromm sugirió que todo paso real hacia la libertad, la autenticidad y la individualidad está repleto de ansiedad.

Hay demasiadas voces que nos dicen quién deberíamos ser y lo que deberíamos hacer. El desafío es tener el coraje de escuchar a nuestra propia voz. Debo aprender a confiar en mí mismo y en mi instinto de lo que es correcto para mí. Las opiniones y las sugerencias de los demás sin ninguna duda son importantes, pero al final, sólo yo puedo elegir quién quiero ser.

Imagina el desafío que tuvo Itzjak para diferenciarse de una figura tan prominente como la de su padre, Abraham. Sin embargo, Itzjak forjó su propio camino, escuchó a su voz interior y encontró su propio lugar en la historia. Si se hubiera conformado con imitarlo y hubiese intentado ser una copia de su padre, no sólo hubiera perdido su lugar en la historia sino que, todavía peor, se hubiera perdido a sí mismo. El mundo ya tenía un Abraham; ahora necesitaba un Itzjak.

Un aspecto importante de diferenciarse es encontrar un trabajo satisfactorio compatible con nuestro temperamento, con nuestras capacidades y con nuestra creatividad. Una vieja frase judía dice: “Tal como cada animal recibió los medios específicos para conseguir alimento, así también cada persona recibió talentos y habilidades específicas para ganarse la vida”.

5. Decidir el camino a seguir

En la vida se deben tomar muchas decisiones, grandes y pequeñas, que impactan sobre nuestra calidad de vida y la de los demás. ¿Cuándo debo dar? ¿Cuándo debo tomar? ¿Cuándo debería expresar mis ideas y cuándo debería cerrar la boca? ¿Acaso siempre es correcto decir la verdad? ¿Cuándo se cruza el límite con una persona? ¿Qué se considera robar? ¿Cuál es la definición de una buena persona? ¿Cómo encuentro el equilibrio en la vida?

Para tomar decisiones consistentemente buenas debemos tener una brújula de moral clara y confiable. Debemos entender muy bien qué es correcto y qué es equivocado. Es imposible llegar a ser la mejor persona que puedo ser si mi brújula moral está rota.

¿Dónde encontramos esta brújula? ¿En la universidad? ¿En un centro comercial? ¿En la prensa? ¿Haciendo lo que es políticamente correcto? ¿Observamos a nuestros “líderes” y los usamos como modelos de claridad y excelencia moral? ¿O cada persona debe decidir por sí misma lo que es correcto y lo que no? O, quizás, la brújula de moral más confiable se encuentra en el judaísmo, nuestra antigua tradición espiritual. ¿Cómo funciona tu brújula moral?

6. Construirse a uno mismo

Para llegar a ser lo mejor que puedes ser, debes crecer constantemente, volverte una persona más refinada que se esfuerza por llegar a la grandeza. La grandeza no se mide en base a logros, fama o estatus. La grandeza se define en base a cuán refinado es nuestro carácter.

Construir el carácter significa esforzarse para perfeccionar una cualidad a la vez. Es necesario aislar una cualidad específica, definirla y trabajar sobre ella cada día. El ganador de la medalla de oro en patinaje artístico consigue el éxito en base a una diligente, comprometida y disciplinada rutina diaria de ejercicios. Perfeccionamos lo que practicamos a diario. Para perfeccionar nuestro carácter, debemos practicar una cualidad determinada cada día, con ejercicios específicos tanto de comportamiento como mentales. El desarrollo personal implica construir nuestro carácter. El trabajo principal de un ser humano es construir un ser humano.

7. Trascender

El gran Hilel dijo: “Si no estoy para mí, ¿quién lo estará? Y si sólo estoy para mí, ¿qué soy?” El objetivo supremo del desarrollo personal es la trascendencia. Una vida de indulgencia y egocentrismo es una vida de vacío y desesperanza. No hay mayor sufrimiento emocional que ser una persona egocéntrica, incapaz de dar. Y no hay mayor placer que trascender de nosotros mismos y estar al servicio de los demás.

En un nivel micro, trascender significa dar en lugar de tomar. Ser un dador significa sentir placer al elegir conscientemente darles placer a los demás y no causarles dolor. Un dador ve el mundo a través de los ojos de los demás. En un nivel macro, trascender significa descubrir en qué eres especial y compartirlo con el mundo. Cada uno está aquí para realizar una contribución única. Nuestra contribución singular a la humanidad es nuestro legado eterno.

Una tercera dimensión de la trascendencia es esforzarse para conectarse con Dios, la Fuente Eterna de la Vida. Estar al servicio de “Quien habló y creó el mundo” es la experiencia suprema de la trascendencia personal.

El objetivo de la vida es convertirnos en la mejor persona que podemos ser. Hay muchas expresiones falsas de esto, tales como poder, éxito, fama, estatus, popularidad, riqueza, etc. Espero que estos siete caminos te ayuden a lograr un entendimiento más verdadero y revelador de lo que significa ser la mejor persona que puedes ser.

por: Rav Dov Heller vía aishlatino

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