Cuando Di-s salvó a Nóaj (Noé) y a su familia del Diluvio, Él les dio siete Mitzvot, Preceptos. Estas Mitzvot se mencionan como Las “Sheva (Siete) Mitzvot Bnei Nóaj”, o los Siete Mandamientos Noájicos.
Los Siete Mandamientos son:
- No adorar a dioses falsos.
- No blasfemar o maldecir a Di-s.
- No asesinar.
- No ser sexualmente inmorales.
- No robar.
- No comer un miembro extraído de un animal vivo.
- Establecer tribunales de justicia y enjuiciar a los infractores.
Estos Mandamientos son bastante simples y claros, y la mayor parte de ellos son reconocidos como principios morales sanos. Cualquier no judío que sigue estas leyes porque el Todopoderoso las ordenó, tiene un lugar en el Mundo Venidero y es llamado un “Jasíd de las Naciones del Mundo” o un “Ben Nóaj” (Hijo de Noé).
Estas Mitzvot conciernen a todos los seres humanos, tanto judíos como no judíos, porque todos somos descendientes de Nóaj y su familia. Las 613 Mitzvot de la Torá, por otra parte, conciernen solamente a los descendientes de aquellos que aceptaron los Mandamientos en el Monte Sinaí y aquellos que han aceptado los Mandamientos voluntariamente (por la conversión).
Las Siete Leyes de Nóaj demuestran que las leyes y las reglas del Todopoderoso se aplican a todos los seres humanos y que Él nos ama a todos, judíos y no judíos. Estas leyes proporcionan la dirección que la humanidad ha que seguir, tanto los judíos como no judíos.
Según el Rambam (Maimónides, el Rabino Moisés Ben Maimón, el gran erudito judío del siglo XIII): “Toda persona entre las naciones que sigue los Siete Mandamientos para servir a Di-s, pertenece a los Justos entre las naciones y tendrá su parte en el Mundo por Venir.” .
El Talmud se refiere a un no judío como un Ben Nóaj, “un hijo de Nóaj” ya que todos los seres humanos son descendientes del Patriarca Bíblico Nóaj. Antes de que el pueblo judío naciera, la humanidad fue ordenada a cumplir ciertos Mandamientos – seis de la época de Adán y siete a partir de la época de Nóaj. Para los judíos, las 613 Mitzvot de la Torá reemplazaron a las Siete Mitzvot dadas a Nóaj. Para no judíos, sin embargo, estas Siete Mitzvot permanecen obligatorias. Es importante saber que Di-s juzgará a todos los no judíos sólo según cómo cumplieron aquellas leyes.
¿Ya que las Siete Mitzvot de Bnei Nóaj parecen ser la base de los valores éticos básicos, respetarlos no es suficiente para desear ser seres humanos buenos, éticos?
La intención subyacente es extremadamente importante porque si una persona se comporta según estos principios porque ellos apelan a su sentido de hacer el bien o el mal, o a su intelecto, o su sentido de la justicia, en lugar de que el Todopoderoso lo ordenó, entonces el no cumple los Preceptos correctamente y no es considerado un “Ben Nóaj”. El Rambam declara que un gentil debe aceptar estos Mitzvot expresamente porque ellos fueron revelados por Di-s mediante Moshé (Moisés) a los hijos de Israel en el Monte Sinaí.
En otras palabras, las Siete Mitzvot Bnei Nóaj no son sólo agradables y éticas “cosas para hacer”. Ellas son Leyes Divinas, Halajót. Y, como declara el Talmud: “Desde que el Sagrado Templo fue destruido, Di-s se complace solo con las leyes de la Halajá“. Para que estas Mitzvot sean contenedor Divino, deben ser observadas adecuadamente, lo que significa que deben ser observadas según la Halajá.
Dice el Talmud: “Cada palabra que salio de la boca de Di-s fue dividida en setenta lenguas” (Tratado Shabát, 88b).
Explica el Midrash: “El Rabino Yojanan dijo, la voz del Señor fue divida en setenta voces para las setenta lenguas básicas, de modo que cada nación pudiera oír la voz en su propia lengua” (Midrash Raba sobre Éxodo 85:19).
El gran Sabio, el Meiri, agrega: “Si él [un no judío] aprende las Siete Mitzvot Bnei Nóaj con sus detalles y todo lo que puede ser extraído de ellas, entonces … es adecuado honrarlo como se debe honar a un Sumo Sacerdote (Kohén HaGadól).”
La responsabilidad de Bnei Nóaj consiste en poseer buenos rasgos de carácter y en esforzarse por acercarse al Todopoderoso mediante la plegaria y aportando ofrecimientos al Beit HaMikdash (el antiguo Santo Templo de Jerusalén); que sea reconstruido rápidamente y en nuestros días, como está declarado:
“También a ellos los traeré a Mi montaña sagrada, y los haré alegres en Mi Casa de oraciones. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre Mi altar, porque Mi Casa será llamada la Casa de oraciones para todos los pueblos” (Isaías 56:7).
Extraído de Breslev.co.il
por: Grupo Breslev Israel