La bendición de un año sin trabajar

El código de la vida, la Torah, nos dice que el séptimo año, no debíamos trabajar, o sea “observar un año de descanso Sabático dedicado a Hashem”, lo que en hebreo es «Shemitá».

Ahora tenemos que imaginar esta situación- esto era como una huelga general de todos los sectores. No era un paro de 24 horas, ¡sino duraba todo un año! (354 días, según año lunar).

En este año no había negociaciones entre los empresarios y los trabajadores, tampoco había reclamos, ni se pedía aumento de sueldos, ni mejores condiciones, ni indemnizaciones por enfermedad, ni nada que se le parezca a los paros generales de nuestra época.

Al finalizar el año volvían los trabajadores a sus trabajos en forma pacífica, sin necesidad de hacer conciliación alguna, sin tensión, y hasta la producción aumentaba, a pesar de no haberles pagado por ese año de paro general.

– Entonces, ¿cuál es el sentido de esta huelga General?

Simplemente que era y es un precepto Divino, por lo tanto  que debíamos parar de trabajar como está escrito en Levítico 25.2-7. «Cuando ingresen a la tierra … guardará descanso sagrado para Di-s. Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña… y en el año séptimo descansarás… tu campo no lo sembrarás y tu viña no la podarás… y el fruto crecido espontáneo será para comer, para ti, para tu siervo y tu sierva, para tu jornalero, y para los forasteros que habitan contigo. Para tus animales… que hubiere en tu tierra, servirá todo aquel producto, como alimento».

Si revisamos en estas leyes junto a los detalles prácticos que nos da la Toráh Oral sobre este Precepto, descubriremos el mensaje oculto de este Precepto que renueva a la sociedad.

Para entender la bendición del año sabático debemos pensar en nuestra sociedad en la que no rige el Año Sabático, y en la que año tras año se vive con una economía creciente,  se trabaja para conseguir el sustento para vivir, y se persigue sin fin el dinero y el estatus social.

En nuestras sociedades explota la riqueza natural – la agricultura y también se siembra los campos siempre con la intención de obtener  ganancias interesantes de la cosecha.

Entonces todo se rige por la oferta y demanda, los movimientos de los mercados y variación en los precios con algún que otro engaño, provechoso para los negocios, pero que dañan al alma.

¿Cuál es aquí el problema?

Un sistema de vida así, siempre va a  provocar, la necesidad interior de las personas a llegar a tener más dinero, más propiedades y más bienes.

Siempre más, más y más,…

O sea un país normal hoy en día al menos en la cultura occidental, se rige por una escala de valores hacia lo económico, y por ende el nivel social junto a la cultura del «quiero más», siempre traen el sentimiento de discriminación y las famosas luchas de clases.

Ahora imaginemos que dentro de este sistema de vida muy nuestro, dentro de esta vida ocupada, tumultuosa, y agotadora  – viene de repente un cambio.

Al llegar el séptimo año – porque Hashem nos dice, paramos todo el sistema económico, detenemos todo el trabajo en la tierra, en las minas etc. ya que es el año de descanso de la tierra.

Aquí no estamos hablando de reducir los tiempos de trabajo sino de un paro general por todo un año.

O sea : Un decreto espiritual, nos impide trabajar la tierra, obtener ganancias de nuestros , guardar producción.

También deberemos pasar un año mirando nuestros  bienes, como si no fueran nuestros y además se interrumpe el aprovechamiento de los recursos naturales para beneficio propio.

¿Qué creen ustedes que ocurriría?

Lo primero es que esta nueva realidad nos enseñaría que si hasta ahora éramos esclavos de la cultura consumista que siempre quiere más, podemos detener la carrera detrás de las adquisiciones materiales.

Sabemos que la interrupción temporal, como en el caso del Shabat, mejora la visión de las cosas, nos permite apreciar los regalos de Hashem, y nos permite volver al  equilibrio del hombre.

Incluso el campo, la tierra al descansar esta declarando su propio valor y que no solo dependiente del hombre.

Además el hombre empieza a entender y vivenciar que no es el dueño de todo y que no puede , de hacer con el campo lo que se le ocurra, ya que además Hashem declara en la Torah “La tierra es mía”.

Básicamente esto sería lo que aprenderíamos como sociedad si respetáramos la Shmita.

Podemos ir más allá. La Torah dice. “… Lo que crezca espontáneo será para comer, para ti, para tu siervo y tu sierva, para tu jornalero, y para los forasteros que habitan contigo»

Esta parte pasa a ser impresionante porque anularía la gran mayoría de los conflictos sociales ya que  anula por un año los límites de la propiedad particular.

Aquí es donde el  capitalismo como ideal sufre un fuerte golpe, porque esta orden me dice, que mis campos se convierten en tierra de nadie por un año, y debo dejar que quien quiera, mis empleados, vecinos, pobres, etc., vengan y tomen de los frutos de mi propiedad, sin mi permiso, (porque incluso el derecho a dar permiso se me quita).

Aquí también ocurre otra cosa muy interesante ya que todo el concepto de  «poder», basado en la idea de quien más posee más poder tiene  (que parece ser el objetivo principal de la sociedad) se revierte ya que aquello que es la esencia del poder de aquel que posee, como es la “posesión”, debe ser abandonado por el curso de un año ya que la orden es de abandonar las tierras.

La Torah nos está enseñando como ejercitar nuestro corazón, para que podamos entender que las posesiones no pueden ni deben ser la búsqueda de nuestra vida.

Podemos también decir que al sentir esta realidad del séptimo, claramente aprenderemos que no es necesario que en los próximos seis años seamos esclavos del dinero.

Entonces  también esta orden Divina  lleva otra noticia, la noticia de la  igualdad total de todos los ciudadanos del país, esta orden derriba de una vez toda división de clases ya que los campos se abren para  todos por igual, dueños y empleados en el mismo nivel, los pobres se codean con gente de «la alta sociedad» que vive en zonas residenciales, todos ellos comparten sus alimentos por un año entero.

Y es una sensación de igualdad muy profunda, ¡¡que seguramente les quedara aun cuando vuelvan al sistema de vida económica al año octavo!!

Si miramos más aun veremos que también en la igualdad están también los animales, como dice el versículo «Para tus animales… que hubiere en tu tierra, servirá todo aquel producto, como alimento».

En este tipo de sociedad los animales realmente tienen derechos!!

Ocurre que en este año no es posible comer y hartarte si los animales no pueden comer al igual que nosotros.

O sea la igualdad en la tierra  es total porque hay un punto en común: Hashem nos pidió que nos detuviéramos y que compartiéramos, con la tierra y con los animales.

Este año pasa a ser totalmente antieconómico ya que también está prohibida la venta de frutos crecidos el año séptimo (íd. 6:1).

Durante un año entero los frutos son solo para consumo, sin que el comercio se entremeta.

Y durante un año entero recuerda el año sabático al pueblo, en un idioma claro, que Di-s no hace brotar frutos, para que los especuladores del mercado se enriquezcan de ellos, El saca «el pan» de la tierra. «Pan» para alimentar a los seres vivientes, Es «pan» y no-mercancía.

O sea el descanso de la tierra nos hace volver al punto inicial.

Este es el proyecto antieconómico de Shmita, que sana y construye de nuevo la integridad moral del hombre. Este proyecto corta con las ambiciones del «poder» del «quiero más» que destruye a la sociedad. Y el volver a retomar el proyecto , por lo menos cada siete años, probablemente corrija las desviaciones del hombre y lo haga volver cada tanto a los auténticos valores morales.

En esencia, el vivir este año de Shmita, es para las personas una gran expresión y vivencia de Emuna, donde nos detenemos porque Dios dice y vivimos de acuerdo a lo que El nos propone, con la intención de vivir en una sociedad más sana y mas dedicada a lo espiritual, donde al no estar constantemente ocupados con la materia podemos además utilizar nuestro tiempo para conectar con El y vivir conectados, que es la esencia de lo que vinimos a hacer al mundo.

Ahora yendo más profundo.

¿Por qué Hashem proclama el año séptimo el año de Shmita? ¿Por qué no el año cuarto o el tercero? Y porque luego se debe contar siete veces siete, para detenerse el año cincuenta?

El Zohar y Rabí Shimon nos bendicen con su sabiduría y nos contesta que: Hay siete frases  y que cada nombre en cada frase, contiene seis letras y que la suma de todas las letras de estos nombres suma cuarenta y dos más las siete frases que componen el total suman cuarenta y nueve.

Por lo tanto, la Gran madre en el árbol de la vida a través de la cual Hashem alimenta todo, Binah, representa el año 50 en el que debes proclamar la libertad.

De manera hermosa e interesante, Rabí Shimon nos está diciendo que a través del Ana Be Coaj, alcanzamos la libertad ya que accedemos a Binah, donde todo lo necesario ya está dado en cualquier ámbito que necesitemos. Binah está fuera del mundo del siete, de lo que es nuestra vida, y es por tanto a través del Ana Be Coaj, que podemos obtener desde el Creador, sanación sustento y fundamentalmente volver al orden tan necesario hoy dia.

Que Hashem nos bendiga con sabiduría, y que todos sepamos usar los tiempos que El nos otorga para conectar y reconectar con EL-

Amen

por: Maestro Daniel Abaud

 

 

 

 

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