Al sentir el suave toque de la mano de un niño, es imposible no conmoverse con la fragilidad de una criatura tan pequeña. Al sentir el ruidito de sus pies al caminar es difícil no pensar que si no fuera por la protección de Creador, sería imposible que un ser tan vulnerable sobreviva. Ahora bien, si pensamos sólo en las dimensiones del planeta Tierra, en verdad el tamaño y resistencia de una persona adulta es absolutamente marginal en comparación con un niño: en este enorme mundo ambos son seres pequeños. Y si pensamos en las dimensiones de la galaxia, no digamos ya del universo entero, la diferencia entre un adulto y un niño es, a ojos nuestros, como la diferencia entre una hormiga grande y una chica.
¿Por qué, entonces, el ser humano se siente tan poderoso? Si no fuera por el Creador, literalmente no existiríamos. No podríamos hacer nada de lo que hacemos. Por lo tanto, si estamos en este mundo, es por algo.
Ghandi dijo “Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas porque nadie más lo hará”.
Reflexionemos durante esta semana qué será aquello que tengo que hacer y por lo cual el Creador me brinda su sagrada protección. Recordemos asimismo, que nuestra fuerza como especie sólo radica en nuestra especial conexión con el Creador.
Amén
Afectuosamente,
Maestra Carolina Castagneto