La única forma de enfrentar los momentos difíciles y turbulentos es recordándonos a nosotros mismos que Hashem está a nuestro lado y que todo lo que Él hace es con gran bondad. El Rebe de Komarna dice que todo el que recuerda en las épocas difíciles que Hashem está con él y que todo lo que hace Hashem lo hace con mucha compasión está invocando la compasión Divina incluso sin rezar. La persona que no posee este nivel de emuná es capaz de mitigar los juicios severos si reza mucho, pero no tiene el poder de obrar salvaciones como la persona que invoca la compasión Divina.

 

Rabí Najman describe el nivel de emuná que es capaz de invocar compasión Divina y obrar salvaciones: “Cuando la persona sabe que todo lo que le sucede en la vida es para su propio bien, eso equivale al Mundo Venidero” (Likutey Moharán I:4)

 

En lo que concierne a los asuntos físicos, a la persona le resulta fácil aferrarse a la conciencia espiritual de que todo es para bien. Se alegra cuando explota un caño en el baño, a pesar de la molestia de tener que llamar a un plomero y tener que pagar el arreglo, porque sabe que muy posiblemente eso sea un sustituto de la ruptura de una vena en el corazón o en el cerebro, Dios no lo permita. Sin embargo, en lo que concierne a temas espirituales, tales como la paz conyugal y problemas con los hijos, la persona muchas veces no logra racionalizar con la mente de qué manera eso también es para bien y especialmente en este caso debe dejar de lado su lógica y aferrarse a la emuná.

 

Si la persona no se autoevalúa a diario, entonces le va a resultar muy difícil alcanzar la emuná de que todo es para bien. Al principio se echa la culpa a sí mismo de los problemas que tiene en la vida e incluso hasta se persigue por no haber servido a Hashem como debería. Esta autopersecución lo lleva a sentirse triste y deprimido.

 

Siempre que vamos a hacer algo, tratamos de hacerlo lo mejor posible. Sabemos que no podemos desviarnos ni un milímetro del camino de la Torá. Pero una vez que hicimos lo que hicimos, sabemos que el resultado fue lo que Hashem decidió. No hace falta que nos persigamos ni que nos echemos la culpa, solamente que nos fortalezcamos.

 

La autopersecución paraliza a la persona. Una vez que cae en la depresión resultante, no logra funcionar.

 

Hay una sola manera de evitar la tristeza, la depresión y la autopersecución: sabiendo que todo proviene de Hashem y que todo es para bien. Esto nos devuelve la alegría de vida, que nos da el poder de ganar la guerra contra la mala inclinación.

 

Cuando uno sabe que Hashem está con él, puede agradecerle por todo. Y cuanto más Le agradece, más fortalece su emuná.

 

por: Rabí Shalom Arush

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