Una misión que puede ser realizada

Esta semana leemos la Porción de SHLAJ, que relata el episodio de los espías que llegaron con un mal reporte, y por tanto, su generación entera tuvo que esperar 40 años en el desierto.

La misión de reconocimiento de Canaán de los espías era con la intención de reunir información de inteligencia acerca del enemigo. Se les dijo que exploraran la tierra, como así también sus fortificaciones naturales y aquellas hechas por el hombre. Debían informar acerca de los puntos fuertes y las debilidades del enemigo. Esta información sería utilizada para formular una estrategia de combate apropiada para la inminente batalla para conquistar la Tierra Prometida.

Los espías —todos ellos personas rectas y piadosas con una integridad incuestionable —fielmente fueron a cumplir su misión, pero lo que vieron revolvió sus estómagos: los cananeos eran una nación poderosa, gente enorme con una fuerza tremenda. No menos de 31 reyes tenían palacios reales defendidos por contingentes militares en la tierra de Canaán. No había manera, concluyeron los espías, de que los israelitas lograran una victoria natural contra el formidable adversario cananeo. «No podemos ir contra el pueblo, porque son más fuertes que nosotros» declararon. Sin embargo esta honesta conclusión tuvo resultados desastrosos. Di-s estaba muy desencantado por su informe y la reacción que engendró, y provocó la muerte prematura de toda la generación que abandonó Egipto.

¿Por qué los espías actuaron mal? ¿Puede usted decirle a alguien que traiga un reporte y luego castigarlo porque el reporte no es de su gusto?

El Rebe de Lubavitch explica que los espías se equivocaron al asumir que ellos debían llegar a una conclusión. Se les dijo que fueran a Canaán y trajeran hechos simples: la naturaleza de la tierra y su población , etc. No se les pidió que tomaran una decisión con respecto a la posibilidad de conquistar la tierra. Di-s había prometido a los judíos una victoria militar contra los cananeos, y por lo tanto no era un tema debatible. La cuestión no era si podía ser hecho, sino cómo debía hacerse.

Lo mismo es cierto con nuestras vidas. Todos somos «enviados a cumplir una misión» en este mundo, iluminar nuestro entorno con proactividad y deseo de compartir. A menudo la oposición parece ser demasiado formidable; los obstáculos para cambiar nuestra naturaleza reactiva parecen ser insalvables. Cuando esos pensamientos entran en nuestras mentes debemos recordar que si El Creador nos encargó la misión, ciertamente puede ser llevada a cabo. Nuestro trabajo es solamente imaginarnos como hacerlo.

Cordialmente,
Maestro Nicolás Rosenberg

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