Todos queremos crecer en la vida, en todo orden de cosas.  La gran mayoría es devota del crecimiento económico, otros pocos buscan un crecimiento espiritual.   Los economistas, políticos, los emprendedores, los empleados, todos abogan por alcanzar ese tan ansiado crecimiento.  Sea como sea, el crecimiento es un medio para alcanzar algo, y esto es un incentivo muy atractivo en cuyo paquete se incluye la trampa de tomarlo como el fin en sí mismo.

Un buen trabajo, una buena casa, un buen auto, una buen pasar son siempre buenos en cuanto nos sirvan como herramientas para realizar nuestro potencial, el problema surge en cuanto nuestra valoración de esas cosas es tan exagerada que las convertimos en fines por sí mismas.

Esa trampa se manifiesta, por ejemplo, cuando corremos sin parar persiguiendo cosas que, cuando las tenemos, ya no nos satisfacen, y por tanto empezamos a buscar más de lo mismo.  Dicen los Sabios “tiene 100 y quiere 200, tiene 200 y quiere 400, tiene 400 y quiere 800” Es un dicho milenario que refleja esta trampa.

Podemos escapar de esta trampa por medio de la gratitud: Al estar contento con lo que me toca, el disfrutarlo con la plena conciencia que viene del Creador, permite escapar de la trampa.

Afectuosamente,
Maestro Nicolás Rosenberg

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