A todos nos es familiar el concepto de la lucha contra el ego.   El concepto de ego se nos presenta como una especie de “ladrón” que nos viene a robar la conexión con El  Creador, haciéndonos la trampa de querer recibir solo para nosotros, de enfocarnos en lo externo para obtener felicidad.  En hebreo se dice “Ietzer HaRa”, la inclinación al mal.  En latin se dice Ego y significa yó.

En definitiva, es un ladrón dentro de la casa al que hay que capturar, y entonces sucede como la policía que entra a capturar un ladrón dentro del edificio, y entonces cuando entra la policía, el ladrón se escapa al segundo piso, entonces sube la policía al segundo piso y entonces el ladrón se escapa al tercer piso…. Y así hasta que el ladrón llega a la azotea.

Esta captura contiene una paradoja: que en cuanto vamos a su captura hace que “subamos de piso”.  En otras palabras es la lucha con el ego la que hace que subamos en niveles de conciencia.  El primer piso es la voluntad de placer: sexo, drogas y rock’n roll.  Aquí fue que encontramos al ladrón y comienza la persecución diciendo “hey, esto no me da verdadero placer”.  Al cabo de un tiempo ya no satisface; vamos al siguiente peldaño que es la voluntad de poder: éxito, riqueza, prestigio, honor, etc.  “hey, esto tampoco me da verdadero placer”. Al cabo de algún tiempo esto tampoco satisface; vamos al siguiente peldaño que es la voluntad de entender: ciencia, arte, literatura, filosofía, historia, cosmología, conocimiento… este es el piso más “pegajoso”, porque la tentación de querer “tener la razón” es tán potente que hace creer que si se puede obtener verdadero placer y eso da lugar al deseo intrínseco de querer tener la razón independiente de cual sea realmente la razón de todo….. El Creador.  Es el piso de la idolatría, de la idea de “yo determino la realidad”, desconociendo al Creador.

El ego puede seguir más arriba aún, a la azotea o “voluntad de sentido”.  Si no se hacen las paces con el ego, vendrá el “sin sentido”, la melancolía que viene de la desilusión de creer que la creación no tiene propósito… de que no hay Un Creador.    Si se hacen las paces con el ego, es como que el ladrón finalmente se rinde a la policía antes de tirarse de la azotea para abajo, y el resultado es que todos quedan vivos en el piso de más arriba del edificio… a nuestro máximo potencial.  La función del ego es refinar la conciencia para poder llegar más arriba.

Cordialmente Maestro Nicolás Rosenberg .

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