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Rabí Najman de Breslev enseña (Likutey Moharán II:11) que cuando la persona ora en el campo, todas las plantas, todo el pasto y todos los árboles que hay alrededor la ayudan y le dan poder y le agregan a su plegaria una dimensión mucho más realzada.

¿De dónde aprendió esto Rabi Najman?
A lo largo de los Salmos, el Rey David escribe acerca de la capacidad de hablar que tienen los árboles y el pasto. La Guemará también nos enseña que Rabi Yojanan ben Zakai, así como los sabios que lo precedieron, comprendían el lenguaje de las plantas y los animales.

Todo agricultor de árboles que tenga un poco de sentimiento sabe que sus árboles tienen almas. El agricultor sensible es capaz de sentir las necesidades de un árbol.
El Arizal enseña que cuando hacemos una bendición por una fruta o una verdura, estamos elevando el alma que había en esa fruta o esa verdura.

¿Acaso te resulta difícil de creer? Prueba entonces con este simple experimento:
Ve a un vivero de plantas que quede cerca de tu casa. Pídele al horticultor que te dé dos plantas en maceta idénticas, por ejemplo, dos Violetas Africanas, que fueron tomadas de una misma planta madre. Llévalas a casa, colócalas una al lado de la otra en la misma ventana y riégalas con la misma cantidad de agua y dales la misma cantidad de nutrientes. Pero a una de las plantas háblale con cariño y a la otra háblale con dureza. Dentro de un lapso de tres semanas, la planta a la que dispensaste buen trato va a florecer con gran belleza mientras que la otra acabará marchitándose.

¿Y a que no sabes qué? ¡Las plantas también responden!
En el libro “La vida secreta de las plantas”, sus autores, Peter Tompkins y Christopher Bird describen de qué modo las plantas “hablan” con la gente y de “qué” hablan. El principal tema es mantenerse con vida y seguras.

Las plantas sienten que están en peligro y las plantas se sienten seguras. El árbol frutal que es adyacente a una carretera principal con un montón de ruido no va a dar los mismos frutos que otro árbol idéntico que fue plantado en el medio de un huerto tranquilo.

En un estudio, un científico quiso determinar si a los cactus les crecen espinas principalmente por el propósito de cuidarse de sufrir daño. Dentro del medio protector de un invernadero, el científico les habló a numerosos cactus asegurándoles que estaban protegidas y que a él verdaderamente le importaba de ellas. También alentó a las plantas a que se sintieran todavía más seguras tocándoles música tranquila en el invernadero. Al cabo de varios meses, a los cactus se les cayeron todos sus pinches. Y los descendientes de estos cactus nacieron ya sin espinas.

Dentro de este entorno propicio, tanto los cactus maduros como los recién nacidos prosperaron y al cabo de un año de estar sin sus espinas protectoras, a los cactus de pronto empezaron a crecerles espinas otra vez y los nuevos retoños nacieron con espinas. Tras investigar el caso, se descubrió que el gato de la casa había encontrado una forma de entrar al invernadero. Albergando la sospecha de que el gato era la causa de la amenaza que percibían los cactus y por lo tanto, del resurgimiento de las espinas en los cactus, el horticultor le tapó la entrada al gato. Una vez que los cactus sintieron que otra vez estaban seguros, a todos ellos se les cayeron de nuevo las espinas: ya no necesitaban ese medio de defensa.

Hay personas que se quejan de que no logran que sus plantas crezcan y florezcan, mientras que hay otros que parecería que nacieron con mano para las plantas. ¿Por qué? Las plantas saben distinguir con facilidad entre las personas que les son amables y las que no, y nuestras tiernas amigas verdes cooperan con la gente que les cae bien.

Un nuevo Profesor de Botánica empezó a trabajar en una de las principales universidades. Las plantas de prueba en los invernaderos experimentales de la universidad, que antes habían sido muy receptivos y habían respondido muy bien, dejaron de responder por completo a las pruebas del nuevo profesor. Los asistentes del laboratorio descubrieron que el nuevo profesor incineraba las plantas en su propia investigación personal una vez que había completado sus pruebas. Su carrera en la universidad fue bastante breve: al cabo de apenas un semestre, el profesor tuvo que irse a experimentar a otra parte… Y apenas se fue, las plantas otra vez comenzaron a registrar actividad y a cooperar (¡!)

Las emociones provienen del alma y las plantas exhiben emociones. Los estudios científicos demuestran que una vez que las plantas se adaptan a una persona determinada, ellas logran mantener un lazo con esa persona, por más lejos que ella se encuentre. Estas plantas se dan cuenta no sólo de cuándo la persona está volviendo a las plantas, sino incluso cuándo la persona toma la decisión de volver a ellas.

Otros informes demuestran que las plantas responden a las personas que les hablan con cariño y con afecto, como por ejemplo cuando uno le pide a un árbol que cambie en forma radical su dirección de crecimiento para que no tengan que talarlo o cuando uno le pide a las malezas que no crezcan en forma excesiva en un huerto de hortalizas.

Tompkins y Bird llegan a la conclusión de que “la evidencia apoya ahora la opinión de que las plantas son seres vivos que respiran y se comunican, y que fueron dotadas de una personalidad y de los atributos del alma”.

Ah… y en caso de que pienses que el Perek Shirá es una broma, Di-s no lo permita, y que las plantas no son capaces de cantar, escribe Richard Lowenberg: “En el transcurso de cuatro días en junio de 1976, estando abiertas al público, seis plantas enormes situadas en el centro del Conservatorio de Plantas del Golden Gate Park de San Francisco produjeron una partitura musical en vivo y perfectamente audible, basada en la detección bio-eléctrica de sus reacciones a la luz, a la temperatura, al movimiento y a demás factores fisiológicos y del medio ambiente (electrodos de aguja de oro situados en la base del tallo o la raíz).

Y si nuestras tiernas amigas verdes tienen almas tan sensibles, entonces imaginémonos la tremenda responsabilidad que tenemos nosotros en el cuidado de los sentimientos de nuestros cónyuges, hijos y de nuestro prójimo. El mundo es infinitamente más bello cuando cada uno de nosotros hace florecer al otro en vez de marchitarlo. Con un poco más de amor, no hay duda de que nuevamente volverá a construirse nuestro Templo Sagrado en Jerusalem, muy pronto, en nuestros días. ¡Amén!

por: Rav Lazer Brody

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