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Un hábito puede cambiarlo todo.

Lisa Allen tenía 34 años; había comenzado a fumar y beber alcohol cuando tenía 16 y había sufrido de obesidad por muchos años. Nunca había durado en un trabajo más de un año, y las agencias de recolección de deudas la llamaban constantemente para cobrarle los más de 10.000 dólares que debía. Un día, su esposo llegó a casa y anunció que la dejaría; Lisa cayó en una profunda depresión.
Sin saber qué más hacer y dado que toda su vida había soñado con ver las pirámides, Lisa decidió ir de viaje a Egipto. En su primera mañana allí, se despertó en su habitación de hotel y buscó un cigarrillo. No se dio cuenta de que en realidad estaba intentando encender un bolígrafo sino hasta que sintió el olor a plástico quemado. Sintiéndose más deprimida que nunca, dejó el hotel y se dirigió a las pirámides. Pero cuando se paró en medio del enorme desierto, algo cambió en su interior. Repentinamente pensó que quizás lo que realmente necesitaba era una meta; algún tipo de dirección en su vida. Y de esa forma, mientras iba en el taxi de regreso a su hotel, Lisa decidió que en un año a partir de entonces volvería a Egipto y cruzaría aquel desierto.
La idea no tenía ningún sentido. Lisa tenía sobrepeso, no tenía dinero, no sabía el nombre del desierto que estaba frente a ella y ni siquiera sabía si era posible hacer tal travesía. Pero Lisa necesitaba tener algo por lo que luchar, y la travesía por el desierto se volvió su foco. Ella sabía que para sobrevivir el trayecto tendría que dejar de fumar. Por lo tanto, durante los siguientes seis meses Lisa reemplazó el fumar con caminatas. Y ese cambio de hábito desencadenó una serie de cambios en su vida: cambió la forma en que trabajaba, comía, dormía y ahorraba dinero.
Cuando realizó la travesía a través del desierto al año siguiente en un tour motorizado y con aire acondicionado junto con otra media docena de turistas, la caravana llevaba tanta comida, agua, carpas y sistemas de posicionamiento global que ella probablemente habría logrado su meta incluso si no hubiera dejado de fumar; pero ella no sabía eso cuando fijó su meta. Y para cuando llegó el momento de la travesía, su habito de fumar ya había sido reemplazado. Un par de años después, Lisa había perdido 27 kilos, comprado una casa, vuelto a la universidad para obtener un título y mantenido un trabajo por 3 años seguidos.
Lisa aceptó participar en una investigación científica que buscaba estudiar cómo la formación de nuevos hábitos afectaba nuestro cerebro. Y los científicos descubrieron algo fascinante cuando observaron las imágenes de su cerebro. Sus viejos hábitos, los cuales fueron detectados a partir de un conjunto de patrones neuronales, aún eran visibles en el escáner cerebral, pero estaban siendo desplazados y sobrepasados por sus nuevos hábitos y necesidades. Pero las imágenes también revelaron que las áreas del cerebro asociadas con antojos adictivos y hambre aún estaban activas. Su cerebro aún producía necesidades que deberían haberla hecho fumar y comer en exceso. La diferencia es que ahora había una nueva y más poderosa actividad en el área de su cerebro asociada a la autodisciplina y la inhibición. Y esa actividad era más fuerte cada vez que los científicos tomaban un nuevo escáner cerebral (extracto del libro The power of habit [El poder de los hábitos], Charles Duhigg, Prólogo XIV-XV, un libro altamente recomendado).
La historia de Lisa nos muestra cómo transformar incluso un solo hábito puede cambiar toda una serie de aspectos de la vida de la persona. Pero también nos muestra cuánto debemos seguir luchando contra nuestros viejos hábitos, ya que ellos aún están grabados en nuestras mentes y tan sólo están esperando que algún antiguo detonante los desencadene nuevamente.
Aquí te presento cinco estrategias para comenzar nuevos hábitos positivos en el 2015 y para, si Dios quiere, mantenerlos en el futuro.
1. Elige un hábito. Luchar contra un hábito requiere de mucha energía. Elige un hábito que tenga el potencial de desencadenar otros muchos cambios en tu vida. En El poder de los hábitos, Charles Duhigg se refiere a este como un hábito piedra angular, pues automáticamente reprograma otras muchas áreas de nuestras vidas. Algunos ejemplos de hábitos piedra angular serían hacer ejercicio, cenar en familia y eliminar una adicción, entre otros.
2. Prepara nuevas recompensas. Todo mal hábito nos recompensa de alguna manera; si no fuera así, no lo repetiríamos automáticamente a pesar de saber que nos está frenando. Ya sea que este mal hábito nos de confort, reduzca nuestro estrés o alivie nuestro aburrimiento, debemos encontrar un nuevo conjunto de recompensas que puedan lograr la misma meta. Las recompensas pueden ser pequeñas, como un pedazo de chocolate, o pueden ser más significativas, como unas vacaciones para después de cumplir ciertos objetivos. Pero debemos confeccionar una lista de recompensas variadas, de forma que siempre la tengamos a mano y no necesitemos apoyarnos en un viejo hábito para sentirnos mejor.
3. Debes estar atento a los detonantes. Debes aprender a entender qué cosas hacen que los malos hábitos entren en funcionamiento. ¿Es cierta hora del día? ¿Es el estrés inesperado? ¿Es una relación desafiante que hay en tu vida? ¿Es la soledad? Puedes comenzar a hacer esto por medio de escribir lo que estaba pasando antes de que fueras a buscar el pedazo de torta o el cigarrillo o la bebida. Una vez que seas capaz de detectar cuán seguido y cuándo se activan estos detonantes en tu vida, podrás comenzar a establecer un plan para responder ante ellos.
4. Crea una nueva rutina. Tener una lista de detonantes en tu vida te prepara para el siguiente paso: crear una nueva rutina en respuesta a cada uno de ellos. Los detonantes de Lisa eran el sentirse deprimida o desesperanzada, y ella solía responder ante dichos sentimientos fumando un cigarrillo. Para prepararse para su travesía por el desierto, Lista estableció una nueva rutina de salir a hacer caminatas en lugar de fumar. Pero por lo general es mejor tener una lista de nuevas rutinas que puedes usar en caso que una de ellas falle y no puedas usarla.
5. Haz un plan. Mucha gente es capaz de comenzar con nuevas rutinas y hábitos, pero se arrepienten cuando se deben enfrentar a un estrés inesperado. Haz un plan para determinar lo que harás si la vida te pone un desafío por delante. En El poder de los hábitos, Duhigg llama a esta estrategia “preparase para puntos de inflexión”, que son aquellas ocasiones de nuestra vida en las que nuestra incomodidad —y por lo tanto la tentación a renunciar— será muy alta. El problema es que por lo general no sabemos cuándo llegarán nuestros puntos de inflexión, por lo que es importante escribir un plan tan detallado como sea posible sobre qué es lo que haremos cuando estemos extremadamente estresados, cansados o frustrados. Por ejemplo, alguien que quiere mejorar un mal hábito que tiene que ver con su mal temperamento podría escribir que va a entrar a una habitación específica, va a contar hasta cierto número y entonces se va a dar una recompensa determinada.
Una vez escuche a un charlista motivacional decir que si somos más duros con nosotros mismos, entonces la vida va a ser más suave con nosotros. Y con el tiempo he descubierto la verdad de sus palabras; mientras más exijamos de nosotros mismos, más fácil nos será responder a las demandas de la vida. Esto es especialmente cierto cuando se trata de deshacernos de viejos hábitos para crear en su lugar hábitos más sanos. Si tomamos un mal hábito y lo transformamos, Dios nos ayudará a establecer nuevos patrones de pensamiento en nuestras mentes, lo cual hará que otros cambios sean mucho más fáciles de implementar. Y mientras más sigamos esta nueva forma de pensar, más autodisciplina y fortaleza encontraremos en nuestro interior. Y tal como decimos al finalizar cada uno de los libros de la Torá: “Sé fuerte, sé fuerte y serás fortalecido”.

Por Sara Debbie Gutfreund

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