COMENTARIO DE PARASHAT SHEMINÍ
La porción de la Torat que corresponde para esta semana es “Sheminí” que significa octavo. Si observamos el diagrama sagrado del Árbol de la Vida que está compuesto por diez sefirot (esferas de luz), podemos apreciar que la octava sefirá (esfera de luz), contada desde abajo hacia arriba, es Binah. Esta sefirá contiene las luces de la inteligencia, el entendimiento y la comprensión, las cuales le permiten a hombre y mujer alinearse con el plan divino de Hashem, revelar sus misiones de vida y entender el para qué de sus distintas experiencias.
Las luces de esta sefirá se alcanzan por completo cuando hombre y mujer rompen con la trampa del mundo físico que está representado por las siete sefirot inferiores del Árbol de la Vida. ¿Cómo se refleja lo anterior? Cuando nos empoderamos y ya no somos dominados por nuestras emociones y, mucho menos, por bajas pasiones. Logramos mantener nuestro centro y armonía a pesar del entorno.
La luz de Binah es la entrada al mundo metafísico superior. Requiere de equilibrio energético que es sinónimo de pureza espiritual. Es debido a esto que la Torat nos enseña que los sacerdotes eran ungidos en el octavo día del proceso de consagración, es decir, cuando alcanzaban el nivel de pureza espiritual que les permitía tener el amor y la fuerza para brindar expiación a los demás.
De la misma manera, la Torat nos enseña que es en el octavo día de nacimiento de un niño, cuando ya cumplió su primer ciclo en el mundo físico y su alma entra en un espacio metafísico, cuando se le debe circuncidar de manera de fortalecerlo contra las impurezas del mundo terrenal.
Esta es también la razón porque la Torat nos enseña las leyes relativas a qué animales se pueden comer y cuáles no. El ánimo de Hashem no es otro que protegernos de un desequilibrio energético, es decir, de un estado de impureza espiritual que nos deje atrapados en la trampa del mundo físico sin poder acceder a Su Luz, confundidos entre la oscuridad de vaivenes emocionales, bajos instintos, y egoísmos que nos impiden recibir todas nuestras bendiciones.
Entonces, ¿cómo le ganamos a la trampa del mundo físico? La respuesta no es sin equivocarse sino que, por el contrario, reconociendo nuestras equivocaciones, arrepintiéndonos y moviéndonos a la acción por medio de ejercitar el perdón. Esto significa pedir perdón, perdonar y perdonarse, kabbalistas.
Sea esta semana de siete días consagrada a mantener nuestro equilibrio energético por medio de nuestras ofrendas de sincero arrepentimiento, de manera que Hashem consagre la pureza espiritual de nuestras almas con aceite de unción, en el plano metafísico, el octavo día para todos nosotros. Amén.
Abraham Figueroa Drouilly