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En la mayoría de los personas existe el deseo de ser importante, de destacar y de ser apreciado.
Las razones de esto van a variar, sin embargo debemos mirar a la raíz, el por qué las personas desean destacar.

Nos explica la Kabbalah, que todo lo que ocurre, todo lo que se mueve en este mundo, tiene su origen primero  en los cielos, o sea que incluso los deseos de las personas encontrarán su raíz en los mundos superiores, por lo tanto, en el deseo mismo de alguien de destacar y ser reconocido está el deseo profundo de recibir más Luz o energía divina, lo que se malentiende con destacar o ser importante.

El problema es lo que las personas hacen una vez que son reconocidas y les toca aparecer públicamente o recibir premios, ya que podemos entender que esta Luz es solo concedida de acuerdo a la necesidad de las almas de manifestar su potencial.

La Torah nos ayuda a entender la importancia de ser importante sin sentir ni pensar que lo somos.

Ya antes cuando empieza a relatar la vida de Moisés nos enseñó que Dios lo elige para ser el líder del pueblo elegido por la preocupación que éste demuestra por un pequeño carnero que se había alejado de la manada. Aquí ya se nos está enseñando que una de las características del verdadero liderazgo es la preocupación incluso por los que parecen ser menos importantes.

Por otro lado en una de las escenas más culmines de la vida de Moisés la Torah nos dice que una vez que él iba caminando, mientras pastoreaba el rebaño de su suegro, se encuentra con una zarza que ardía pero que no se consumía. Ahí Dios lo llama por su nombre, dos veces, Moisés, Moisés, a lo que este responde “Aquí estoy”.

Aunque no de manera aparente, ya desde aquí podemos entender la importancia de Moisés. Ciertamente a cualquiera de nosotros si recibimos en soledad el llamado desde un arbusto incandescente, lo primero que vamos a desear es arrancar llenos de espanto. Sin embargo Moisés cual soldado preparado para alguna batalla, decide ponerse firme, y responder con prestancia y con presencia “Aquí estoy”, lo que nos indica que él estaba listo para recibir las instrucciones y los pedidos de su Creador, lo que además nos muestra su profunda humildad.

Luego después de haber recibido la misión de ir a rescatar a su pueblo de la esclavitud, Moisés le pide al Creador que le dé un nombre que identifique a aquél que le está pidiendo que cumpla esta misión.

Ahí Hashem le da el nombre de “Soy el que Soy” o “Seré el que Seré”

Podemos preguntarnos cuál es la necesidad del Creador de expresarse a través de un nombre cuando en realidad Él es todo, maneja todo, y está en todas partes al mismo tiempo. Sin embargo en la respuesta que le da a Moisés, está implícita la necesidad de que todos nosotros nos ubiquemos en el lugar que nos corresponde y utilicemos todo nuestro potencial, para beneficio del mundo y por supuesto para beneficio propio.

“Soy el que Soy” es también el mensaje claro que nos dice que debemos ser lo que somos y que el intento de no serlo, o de intentar ser otros o copiar la vida de otros puede tener serias consecuencias.

Por otro lado, nos está diciendo que el verdadero reconocimiento viene y llega a las personas una vez que ocuparon su lugar y ningún otro, debido a que el Creador tiene una relación de amor particular con toda su creación, lo que implica que ocupar nuestro lugar no tiene ni puede tener que ver con pedir reconocimiento, porque como dijimos más arriba, todo viene de los cielos, por tanto lo que somos y tenemos, son regalos divinos destinados a nuestra felicidad y a que aportemos al mundo.

En ese mismo marco cuando Moisés (como muchos de nosotros hacemos) busca posponer y negar su misión diciendo que él era tartamudo, Hashem luego de un diálogo se enoja con él y le dice “ahí está Aron tu hermano”, que en esencia el sería, tal como fue, quien habló por él.

En el libro “Drash Moshe” de Rabí Moshe Feinsteins aparece el siguiente comentario.

Nos dice que Rashi comenta que  en algunos lugares Moisés es mencionado en la Torah antes que Aron y que en otros Aron es mencionado antes que Moisés y que según su opinión esto es para demostrarnos que los dos eran iguales lo que resulta sorprendente ya que sabemos que Moisés es el profeta más grande que ha existido, al punto que es el  escogido para recibir la Torah, para todo el mundo.

Por tanto, nos podemos preguntar cuáles eran los méritos de Aron que lo hacían su igual. Primero, aunque el poder de Moisés era mayor que el de Aron, ambos son considerados iguales en la medida en que son necesarios para la liberación del pueblo. Usando una analogía, aunque uno de los socios en una empresa tenga un rol más importante que el otro, si el negocio no puede funcionar sin los dos, los dos pasan a ser iguales en ese sentido.

Segundo, Aron es considerado igual a Moisés por el hecho de que siempre hizo lo que le tocaba hacer con profundidad, verdad, perfección y Emuna y, aunque las habilidades y el liderazgo de Moisés eran mayores y tenía funciones más importantes que desarrollar, ambos hacían con total dedicación las tareas que les habían dado para hacer.

Hay una historia en el Talmud que nos servirá para entender nuestro mensaje.

“Yosef, el hijo de Rabí Joshua se debilito y cayó en coma y pareció que había muerto. Cuando revivió su padre le preguntó ¿Qué fue lo que viste?

El hijo respondió “Vi un mundo al revés, los más importantes estaban abajo y los menos importantes e inferiores estaban arriba”. El padre dijo, “Tu viste un mundo en el que todo es claro”.

De aquí deducimos que aquellos que son importantes en este mundo son inferiores en el mundo de la verdad y vice-versa, aquellos que son inferiores en este mundo pasan a ser superiores en el mundo verdadero.

Esto es lo que el hijo quiso decir cuando le contó a su padre, ya que este padre sabio lo que entendió es que Hashem juzga (o pide) a cada persona de acuerdo con sus habilidades y talentos y a nadie pide más de aquello que está capacitado para hacer.

De manera similar, Moisés y Aron, aunque poseían diferentes habilidades, pueden ser considerados iguales ya que ambos lograron su máximo potencial.

Esto nos enseña también que no somos menos por comparación con nadie. De hecho la comparación en términos de potencial solo puede venir de la ausencia de Emuna, la que nos dice que a cada uno nos fueron entregadas destrezas y habilidades propias para que las desarrollemos y logremos nuestra misión en el mundo.

El problema además de la comparación y el deseo de “estrellato” porque otro es estrella, es que hace vivir a las personas vidas carentes de la verdad que está inserta dentro de sí mismo. Es por esto que la verdad de verdades es observada de forma transparente en el otro mundo, ya que nadie en ese lugar puede ocultarse de aquello que es cien por ciento verdad.

Visto desde otra perspectiva podemos decir, que hay un nosotros en ese otro mundo en este preciso instante, intentando lidiar con todas aquellas partes nuestras en este mundo que se han descontado de la verdad y es tal vez ese nosotros de allá, que también está aquí, quien conoce y sabe exactamente, como, el vivir solo de acuerdo a nuestras propias habilidades y facultades, nos permitirá alcanzar la meta transparente de la cercanía con Hashem.

No es entonces, el ídolo o la imagen, o la copia de aquel que es considerado socialmente exitoso, lo que nos permitirá alcanzar nuestra meta personal, sino el desarrollo dedicado de lo que el Creador ya nos dio, utilizando la medida de que una vez que desarrollamos lo que El nos dio, podremos alcanzar el potencial deseado, ya que, el intento de hacerlo a través de la vida de otro, solo significara tener que dar una vuelta más larga, y llegar al mundo de la verdad para ver cómo, si solo éramos nosotros mismos podríamos haberlo alcanzado.

La búsqueda entonces del reflejo de otros, del brillo de otros para hacer nuestro camino, es solo eso, brillo.

Para ayudarnos en términos de entender el valor maravilloso de nuestra individualidad y de los regalos que Hashem nos dio, como también la importancia del desarrollo de estos, el Rey Salomón dijo “Si yo no soy para mi, entonces quien es para mí, y si no es ahora, cuando?

El Rey Salomón esta aquí expresando lo opuesto a un deseo de individualidad egoísta. El está diciendo que todo el potencial contenido en nosotros es exactamente el que debemos desarrollar y que esto debemos hacerlo ahora, ya que cuando lleguemos al mundo de la verdad será muy tarde, por los dones, habilidades y atributos, nos son dados para desarrollarlos en este mundo al máximo de nuestro potencial y con la absoluta Emuna de que efectivamente son nuestros, y que además son un regalo de Hashem para nosotros y no para otros, quienes a su vez han sido bendecidos con otros regalos, que tal vez los hacen destacados o no, que tal vez los hacen famosos o no , que tal vez los hacen ricos o no, y que todo, absolutamente todo, depende sólo de la mano generosa del Creador quien desea nuestra felicidad, que de alguna manera es también Su felicidad.

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