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Dar con el corazón es la habilidad de conectar con tu esencia divina y poner esta energía al servicio de la Creación.
Muchos dan desde la cabeza lo cual en un comienzo no está mal porque se debe aprender a dar.
Entonces, en el aprender a Dar, en el proceso de trabajar para el Dar, es donde comienza la bendición. Debes trabajar para Dar y así el trabajo será bendecido.

Podemos preguntarnos por qué trabajar y obtenemos como respuesta que éste es el primer paso de la secuencia divina donde actúan las 3 columnas.

El trabajo es el recibir (izquierda). La tzedaka es el compartir (derecha) y la acción y el proceso, la dificultad, crean columna central, lo que llena el objeto compartido de Luz, tanto al que lo recibe como también, multiplicado, al que lo da.
Por tanto, el corazón debe ser también un corazón pensante y sujeto a entendimiento.
El amor en el Dar resulta de la difícil acción de despojarse de algo que contiene chispas del alma de la persona, Como hemos aprendido, cada pertenencia, cada objeto físico, contiene chispas del alma de aquel que lo posee (incluso el dinero).

Cuando la persona, a través del proceso y restricción se despoja para dar, está dando parte de sí, de su esencia más íntima, más sublime, como también más luminosa. Por esto es que aquel que da recibe tantas bendiciones. Es el circuito eléctrico de la Divinidad.

Pero la Perashá nos habla de un grado aún mayor donde la restricción es Dar aún más. Es en ese grado donde se alcanza la santidad porque ya no es sólo despojarse sino que, además, alegrarse por la acción lo que inyecta el objeto con la gloria divina.
Es en ese instante cuando el objeto pierde su calidad física y se transforma en objeto de la Luz y como, a su vez, contiene las chispas del alma del propietario, la Luz logra que éste se transforme también en vasija de Luz, sin limitaciones (como la Luz) en la bendición a recibir.
Por tanto, no es tan sólo objeto sino la conciencia, la alegría (desde el corazón) donde está el grado sublime del Dar.
Los judíos dieron para la construcción del Tabernáculo al hacerlo del corazón, ellos se transformaron en el Tabernáculo. Por tanto, no sólo dieron sino que, además, salieron de limitaciones y trabajaron en su construcción para hacer manifiesta su parte luminosa.
La construcción del Tabernáculo tenía y tiene como función ser una gran torre de alta tensión desde la cual se envían sus poderosos rayos hacia el mundo. Entonces era necesario que todos los detalles fuesen tomados en cuenta y, además, finalmente armados por Moshé, quien actúa como el agente que sella la conexión

Aquí también aprendemos una gran lección sobre el trabajo sagrado o lo sagrado del trabajo. Trabajo hecho desde el corazón llena la acción de tremenda Luz. La preocupación por los detalles nos habla de la necesidad de actuar siempre con cuidado en nuestra actividad entendiéndola como trabajo del Creador, porque va a ser este trabajo, a través de la tzedaka, y del trabajo físico en si mismo, lo que me va a poner en contacto con el Creador, quien escucha la acción y pone en movimiento el sistema de mantención del mundo a través de sus diferente agentes, los que llevan la acción hecha frente a la corte celestial, la que pregunta de dónde viene (léase “con qué conciencia fue hecha esta acción) y es inscrita para regalo o pérdida.

No nos podemos dar el lujo de perder energía, ya sea en el descuido a ciertos detalles o en la no conciencia que ponemos detrás.
Si el trabajo (porque sé que es para compartir) lo hago con amor, con fuerza, con pasión, me habré puesto en contacto con la Luz. Si en su defecto, fallo en el cariño por lo que hago, le estaremos entregando energía a la klippaa. Y ahí está el secreto, que si quiero eliminar la klipaa de muchos años de trabajo sin conciencia, sin amor, lo que me saca de la trampa y del círculo, es la tzedaka, la caridad, porque es lo que pone en acción la columna central de la continuidad. Si transformamos la raíz, la semilla, si llenamos la semilla de Luz (léase comenzamos a trabajar), el resultado siempre será la Luz.

Tampoco debemos considerar el trabajo hecho hasta ahora como tiempo perdido porque hay una enseñanza que dice que “para ser lo que quieras ser, primero, tienes que ser lo que no eras”.

Todo está en el cambio de switch y para hacer manifiesto esto debo utilizar el fruto de mi trabajo para dar. Ya no es más misterio para las personas del Instituto los milagros ocurridos por el Dar.

Por tanto, en esta línea, los judíos debían construir un becerro de oro (con oro= objeto material) para darse cuenta que su función no era la de adorar algo diferente a D’-s. Debieron, entonces, trabajar con diligencia en la construcción (también algo físico) de un Tabernáculo pero esta vez bajo las expresas y exactas instrucciones de D’-s.

Si bien ambas acciones eran físicas, el becerro y el Tabernáculo, las razones, la conciencia detrás del Tabernáculo era conciencia de D’-s, conciencia de compartir. Por otro lado, el becerro venía del lado que no tiene continuidad, el izquierdo, el que quiere recibir. Así vemos un pueblo que, haciendo acciones similares, lo que los hace conectar con bendición es una nueva conciencia, en este caso relacionada con el trabajo físico.

La lección es clara, en cuanto si yo inyecto, procuro hacer del trabajo físico la herramienta de mi compartir, la continuidad o el éxito de mis empresas nunca me van a hacer esperar. Sin embargo, si pongo la empresa como la razón final de mi trabajo, ésta se transforma en mi becerro de oro, atrayendo todo tipo de problemas y desgracias.

Por tanto, no es el trabajo lo que hay que cambiar sino la conciencia con la que trabajo y agregar que lo que hago es para el servicio de la Luz. S a esto unimos la obligación del 10%, lo único que vamos a ver será la Luz en nuestra actividad. Si, por otro lado, mi empeño es cuidar y mantener el becerro, éste me traerá mi cuota de dificultades.

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