Cruzando nuestro desierto interior

¿Quién era Moisés?

A ojos de un observador actual, se trataba de un hombre “disfuncional” y políticamente muy incorrecto:

– Nació condenado a muerte, pues el Faraón ordenó matar a los niños hebreos

– Su madre se vio obligada a abandonarlo, dejándolo a merced de las aguas del Nilo

– Fue un hijo adoptivo de la hija del Faraón, por lo que vivió expuesto a las riquezas de la corte y educado en una religión pagana

– Tenía un carácter irascible, lo que le trajo muchos problemas a lo largo de su vida. Desde luego mató a un hombre egipcio enojado porque maltrataba a un judío

– Luego de ello se convirtió en prófugo de la justicia y se vio obligado a huir de Egipto

– Era tartamudo, “de labios incircuncisos” (Ex 6:12)

– Eligió por esposa a la hija de un sacerdote madianita, un “mago” idólatra

Este fue el hombre que D’s eligió para guiar a su pueblo escogido a través del desierto, y llevarlo a la tierra prometida de donde mana leche y miel. Pero D’s conoce a sus hijos y no se equivoca. Como todos los Tzadikim, Moisés traía puesta la información que necesitaba para cumplir con su tarea, igual que todos nosotros, pero él tuvo el mérito de saber cómo desplegarla.

El Deuteronomio dice que “No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés” (Deum 34: 10):

Hablaba directamente con D’s sin intermediarios

Nos entregó la Torá, la herramienta que tenemos para estar siempre cerca de D’s

Guió a un pueblo de 600.000 personas a través del desierto durante 40 añosRealizó infinidad de prodigios: sacó agua de una roca, hizo llover alimento de cielo, convirtió el cayado en serpiente y muchos otros más. El más portentoso fenómeno “sobrenatural” del Antiguo Testamento lo protagonizó Moisés, dividiendo el Mar Rojo.

Nosotros nacemos destinados a cumplir la gran tarea que D’s nos encomienda, que es liberarnos de nuestras esclavitudes, atravesar nuestro propio desierto y llegar a nuestra meta de felicidad eterna. ¿Cómo? Si un hombre de 80 años emprendió tan ardua tarea con la ayuda de D’s, nosotros también podemos ser nuestro propio Moisés interior.

La ruta hacia la libertad está plagada de dificultades y rodeada por la muerte. D’s impuso a su pueblo terribles pruebas para probar su fortaleza y lealtad: “.. para castigarte y probarte, para conocer los sentimientos de tu corazón y saber si guardas o no sus mandamientos…”(Deut 8:2-3). D’s necesitaba hacer a su pueblo que, pase lo que pase, deben descansar en sus manos.

Nosotros sí podemos ser nuestro propio Moisés y cruzar nuestro desierto, pero debemos cumplir con tres tareas, igual que Moisés.

  1. Debemos luchar contra nuestras propias inseguridades. Antes de aceptar su misión e ir a hablar con el Faraón por primera vez, Moisés se opuso cinco veces!!!

Quién soy yo para ir al Faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?

Pero si me preguntan tu nombre, qué debo decir?

No van a creerme

No soy hombre de palabra fácil

Señor, te pido que envíes tu mensaje por quien lo tengas que enviar.

Y acá D’s se enojó. Muchas veces nosotros también nos negamos al llamado de D’s, desconociendo nuestro “Yo Soy” personal y sintiéndonos incapaces de cumplir con la tarea. La primera gran lucha, entonces, es reconocernos como hijos del Bendito y asumir nuestro destino superior.

 

  1. No podemos ser nuestro propio Moisés en soledad. Necesitamos a los demás para ayudarnos y que nos ayuden. No podemos cruzar el desierto solos, sino que tenemos que ayudar a nuestros hermanso a que sean también su propio Moisés. El Zohar dice que “El camino al infierno está repleto de buenas intenciones”. Pero la forma de manifestarlas es amando a los demás.

 

  1. La más difícil tarea, probablemente, sea respecto de D’s mismo. Moisés le dice “Si los hijos de Israel no me escuchan, por qué me va a escuchar el Faraón?”. Por qué somos nosotros quienes debemos enfrentarnos a la incomprensión del mundo? Por qué no viene D’s directamente a hablar con el Faraón y abre el camino hacia nuestra libertad? Es más, es el propio D’s quien endurece el corazón del Faraón Por qué envía a un “incircunciso de labios” a tan difícil misión? Porque el enviado de D’s nunca va solo. Es la gracia de D’s la que permite la liberación de los hijos de Israel. Si endurece el corazón del Faraón es para mostrar con mayor esplendor la grandeza de su poder liberador.

 

¿Cómo explicar esta aparente contradicción? “Cada golpe ataca no a los hombres, sino a las divinidades que éstos sirven”. Estas divinidades pueden ser la comodidad del servicio al emperador, el descreimiento en el poder del Creador, la desobediencia a sus mandatos, y por supuesto, nuestro propio ego.

Pero no es necesario esperar a la eternidad si vivimos santamente en este mundo. ¿Cómo facilitar nuestro paso por el desierto? La Torá dice “Si escuchas al Señor tu D’s, si haces lo que es recto a sus ojos, si obedeces sus mandatos y guardas todas sus leyes, no impondré sobre ti ninguna de las plagas con que he afligido a Egipto, porque yo soy el D’s que te sana” (Ex 15:26).

El éxodo sigue siendo una realidad actual entre nosotros y dentro de nosotros. Una noche sin dormir se parece mucho a 40 años en el desierto, pues el cuerpo nos pide sueño, pues esa energía la necesitamos para “ir a trabajar”. Tal vez el verdadero “trabajo” que se nos pide sea otro: aprender a conectar con D’s. Pidamos la fuerza para mantenernos firmes y no dar la espalda a nuestra propia liberación.

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